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El salitral de mi abuela

(Anécdotas e Historias de Vida)

 

Eduardo Vega Sequeira

 

Hoy quiero hablarles de una tradición histórica que se vivió por más de cien años allá en la comunidad de Vigía de Nicoya.

 

Se trata de un lavadero de ropa familiar que tenían en un ojo de agua, que está ubicado en este pequeño pueblo. Cuentan nuestros abuelos que aquí llegaban muchas mujeres de comunidades, tales como: Vigía, Puerto Jesús, Acoyapa, San Joaquín, San Juan. Quebrada Honda y otros, debido a la escasez de agua en estos pueblos.

 

Algunas mujeres guardaban respeto por las piedras de las lavanderas de mayor experiencia, e inclusive no las tocaban para que estas no se enojaran. Únicamente las utilizaban en caso de que estas no llegaran a lavar.

 

En estos lavaderos se reunían las mujeres de todas las edades, traían la ropa de toda su familia y la lavaban entre piedras o lajas. Era tanta la multitud que algunas tenían que esperar su tumo para ocupar una piedra. Como dice el dicho, la que madrugaba se iba temprano a su casa con la ropa limpia y seca, debido a que aquí se realizaba todo el proceso de lavado y secado. Como eran muchas las personas que frecuentaban estos lavaderos se producían grandes tendederos de ropa en el mismo lugar.

 

Algunas señoras venían acompañadas de sus maridos o sus hijos para protegerlas del tigre o el león, ya que se rumoraba que por ahí andaban buscando mujeres embarazadas que llegaban al lavadero a pie o a caballo. Algunas de las que frecuentaban; este lavadero eran las siguientes: Marcedonia García, Rosa Vásquez, Lenchita Díaz, Rogelio Vega, Flora Pérez, Alberto Obando, Doña Angelina, Francisca Vargas, Justa Villagra, Mita Vega, Doña Rafaela Guadamuz, entre otras.

 

Dentro de los materiales que las mujeres llevaban para lavar se encuentran los siguientes: semillas de Guanacaste (llamados orejas de Guanacaste), bejucos silvestres, hojas de raspa de monte, etc. Esta raspa más que nada la usaban para lavar los guacales de jícaro que usaban en los oficios de la cocina.

 

Actualmente esta finca cuenta con una extensión de 20 hectáreas, dentro de las cuales existen aproximadamente 10 hectáreas de bosque primario, con especies como: guanacaste, espavel, cenizaro, palmeras, coyol, roble de sabana, sandal o carao y otros. todos con tamaños impresionantes. Además se pueden encontrar muchas especies de flora y fauna como: heliconias, guastomate, aves y monos, los cuales aquí encuentran su hábitat de reproducción.

 

Hoy más que nunca no debemos olvidar que por muchos avances tecnológicos que el hombre descubra, debemos de conservar y proteger los recursos naturales que poseemos, para no tener que vivir el sacrificio de nuestros antepasados, recorriendo cientos de kilómetros en busca del preciado líquido, como lo es el agua.

 

Quiero aprovechar este espacio para agradecer al Ministerio de Cultura y Juventud. por brindarme la oportunidad de expresar y dar a conocer las tradiciones antiguas que aquí se vivieron y además expresar que actualmente soy dueño de esta propiedad, la cual la considero como un paraíso natural, la cual deseo mostrar al público, para que conozcan parte de las bellezas naturales que tiene Guanacaste y así poder desarrollar este lugar como un atractivo turístico en armonía con el medio ambiente.