Esta es mi historia de vida

Autor: Dagoberto Gómez Obando

Cuando yo salí de la escuela primaria tenía 11 años de edad y me gustaba mucho las matemáticas.  Cursé estos años en la escuela de Pacayas, lugar donde nací, sabía dividendo, divisor y residuo, era como un profesor.

Mi papá era muy pobre y tenía mucha familia, por eso conseguí un trabajo siendo muy joven.  A los 16 años recuerdo que trabajé en la empresa de transporte de Pacayas.  Los socios eran Pedro Gómez, mi tío, Nago Montero y Carlos Gutiérrez; yo de cobrador ganaba cinco colones a la semana lo que era un sueldazo porque el dinero tenía mucho valor.  Me pagaban con billetes de un colón.

Me crié a doscientos metros de la escuela de Pacayas donde fui muy feliz.  A los quince años me compré una bicicleta de marca Raleigt, de origen inglés, que por ser tan pesada era como andar con un portón con ruedas; tenía doble barra, número 28, ya estas pasaron a la historia.  En aquel momento mi bicicleta me costó quinientos cincuenta colones de contado, ese dinero mi tío me lo prestó y me rebaja del salario 10 céntimos por semana.  Era la década de los años cincuenta cuando estaba de presidente Otilio Ulate, cuando salí de sexto grado, me gustaba mucho el estudio y la deletración y fui profesional en eso.

Tenía un hermano herrero y cuatro hermanas, ninguno tuvo tanto interés en los estudios como yo.  Cuando me quedaba tiempo trabajaba en una botica y me decían el "doctor", pero yo les decía que era un empírico, por las noches leía todo los documentos de medicina que me encontraba, sabía hasta cuantos huesos tenía el cuerpo humano, doscientos cincuenta en el cuerpo y catorce en la cabeza.  La gente me llegaba mucho a consultar.

Tenía tres profesiones: nadador, iba con mis amigos a practicar, yo estuve en el tajamar donde se estrellan las olas, realizaba tres clases de natación, el sopetón que es el esfuerzo del cuerpo jalando en el agua, el braceado como Silvia Pol y el sereno.  Yo jugaba con el mar, llevaba una brújula, la tenía en la cintura y la iba viendo para no perderme.  Era tan profesional en nadar que me gusta adentrarme mar adentro hasta llegar donde había un barco hundido, la fuerza del mar me motivaba a seguir nadando cada vez más y más alejándome de la costa.

Además de nadador fui jugador de primeras en las cantonales de Pacayas, era defensa central, era muy veloz y potente, jugaba con gente muy buena y los motivaba para que me quitaran la bola, en ese momento no habían empujones ni patadas, solo técnica.  Hoy día el futbol es muy comercial, como la bola de coyunda nunca le di con la cabeza porque ese material era en extremo muy duro.

Otro deporte que me apasionaba y me apasiona es el ciclismo, cuando agarro una bicicleta me gusta que el viento silbe por entre las orejas, doy vuelta con el cuerpo y no con la manivela, para eso hay que tener estilo.

Nunca fui vicioso, nunca trasnoché ni tomé, por eso fui respetado.  Uno de los trabajos que me gustó realizar fue ser guía en el volcán Turrialba, llegaban personas de todas partes del mundo.  Pero un día tuve un problema con mi patrón por las propinas, por lo que mejor le dije que buscara a otro, como yo era de números no me podía engañar.

También dediqué parte de mi vida a cuidar ganados con Nore Gómez, aunque no soy veterinario entiendo mucho de animales.

No pensaba casarme, cuando me decidí yo quería casarme con una mujer de la montaña que no supiera ni leer ni escribir, como era comerciante no quería una mujer despierta.  Ella es una excelente mujer, tengo 44 años de casado, me casé en 1963, tengo tres hijos, un hijo casado, una muchacha casada y una soltera.  Me casé en Santa Cruz, mi señora se llama Flory Vargas Araya, tenemos cinco nietos.

Tuve una vida feliz, sin vicios, practicando mis deportes, como soy de monte vivo en el monte a mis setenta y siete años.  Yo garantizo que mis tres profesiones, la natación, jugador de futbol y el ciclismo me han llenado la vida y esta es mi historia.