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Certamen

"Tradiciones Costarricenses"

2014

 

Zona Liberia

Vivencias Liberianas: Ayer y hoy en los barrios

Los Ángeles, Los Cerros, La Victoria y Condega

 

CATEGORÍA

POR LAS CALLES DE LIBERIA

PRIMER LUGAR

EL TALLER DE TALABARTERÍA DE DON PICHICO EN EL BARRIO CONDEGA DE LIBERIA Y SU LEGADO "EL PELLÓN LIBERIANO Y EL JUEGO DE APEROS DE CUCHILLA"

Seudónimo: La mano peluda

Autor: Sr. Hugo Zúñiga Clachar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL TALLER DE TALABARTERÍA DE DON PICHICO EN EL BARRIO CONDEGA DE LIBERIA Y SU LEGADO "EL PELLÓN LIBERIANO Y EL JUEGO DE APEROS DE CUCHILLA"

 

 

pellones.jpg

 

"La Industrial"

 

F. Gutiérrez Santana - Liberia, enero / 39

 

 

 

"Hay recuerdos y vivencias que al pasar de los años, en lugar de borrarse, hace que se graben con mayor profundidad en nuestra memoria y en nuestro ánimo"

 

Mons. Vittorino Girardi

 

El Taller

 

Nunca lo cotidiano fue tan bello y a la vez tan útil como lo creado por don Pichico desde su taller de talabartería situada en La Calle Real de Barrio Condega de Liberia de la Gobernación 175 metros sur.  Desde su casa-taller de bahareque y tejas y un sinfín de utensilios como burras y mazas de guayacán para acomodar y montar las albardas, marcos y bastidores para tejer las jáquimas, cinchas y gruperas, tucas de cocobolo para planchar el cuero, carretillas y ruecas para hilar, lesnas para perforar, troqueles para marcar, compás para delinear, chairas para afilar, tijeras para cortar, cera de abeja para pegar, cebo para suavizar; sus creaciones abastecían con calidad óptima las necesidades de la Liberia campirana y satisfacían a cabalidad los estrictos parámetros de estética de los requerimientos de la fiesta hípica liberiana.  Útiles y bellos... y mágicos... fueron los resultados de la trasformación del cuero, la crin, la cabuya y la madera de las manos de don Pichico y sus aprendices, en objetos de trabajo para el campo y la fiesta liberiana en el taller de talabartería "La Industrial".  Los otrora niños y muchachos vecinos del taller nos capturaba aquella fábrica de maravillas creadas por finas manos custodiadas por la mano peluda en donde cada uno con su cuento vivenciamos...: José Ángel Contreras Chavarría (76) recuerda aquel espacio físico de trabajo así...  "El taller era su casa de habitación, la sala de exhibición y el taller propiamente dicho que salía a la calle de atrás lo que era vital por cuanto el hilado requiere de un espacio largo... los aprendices y luego trabajadores eran Manuel Guadamuz, Pastrana, Meme Valerín, Andrés Valerín a veces el nica Lacayo sobrino de don Pichico pero este era fiestero y creo que no aprendió talabartería, mi tata Daniel Ezequiel Contreras y el maestro don Pichico... en el taller se reflejaba la personalidad del maestro quien era todo un señor, respetuoso, íntegro y todos se trataban como un grupo de amigos... mi tata aprendió de don Pichico a montar albardas y mi tata le enseñó a Pastrana, mi tata entró muchachón donde don Pichico y trabajó creo que por más de quince años... hasta que se independizó montó el taller en la casa... de ahí se convirtió en el albardero de Liberia, por encargo hacía las albardas de las haciendas San Jerónimo de Antonio Alvarado, La Cueva y Guachipelín de Los Baldioceda y Santa Rosa de Gallegos, incluso hacía la albarda de los toros para las fiestas por encargo de la comisión por cierto siempre de cuero negro...  Meme era especialista en crin y pellones... esos pellones los compraban los gamonales liberianos porque valían de 100 a 150 colones, la suela para las albardas se adquirían de las dos curtiembres más importantes de Liberia La de Chente Morales en la Saca de Agua y la de Graciano Berger en barrio La Victoria, cuando las cazadoras de Arata viajaban a Puntarenas encargaban y traían cueros de la curtiembre de Morice de aquella ciudad...en Liberia el cuero los curtían con nancite y quedaba  café oscuro o con encino quedaba más claro".  Al respecto José Pastrana Ugarte (82) discípulo y colaborador de don Pichico dice "Llegué al taller de don Pichico como perico estando en la escuela en 1946  pero después comencé a ganar un colón el día y estuve ahí hasta que murió que fue cuando me independicé, trabajaron también Nicomedes Espinoza Valerín (Meme Valerín), Manuel Guadamuz, Daniel Contreras que fue el que me enseñó a montar albardas, en el taller de don Pichico sólo se trabajaba el cuero curtido, nunca el cuero crudo, los que seguimos la huella de don Pichico fuimos Meme y yo Meme con la especialidad del crin y yo con el cuero curtido, la crin para los pellones era negra pero se hacían a veces de crin alazana... los pellones se vendían a 100 colones...  Luis Alberto Rivas Muñoz (91) que más que finquero es artesano, visitaba el taller de don Pichico estando en la escuela donde tejía en cuchilla como aprendiz jáquimas, pecheras y gruperas e hilaba mecate, pero su verdadera vocación y carisma era el trabajo manual; desde la ebanistería en cedro hasta hacer tejas con arcilla de Las Delicias en un molde de madera que ponía en un tendal a secarse y luego al horno  y a quien le propusieron dar clases de trabajos manuales después de don Pichico pero él se dedicó a la ganadería.  La casa-taller de bahareque y teja encalada de blanco de don Pichico que disfruté en mi infancia desde mi nacimiento hace 62 años en el cuartón de la casa vecina, pasando por aquel momento indefinible del "uso de razón" cuando se va desvaneciendo el instinto animal del reino al que pertenecemos, hasta mis catorce años cuando don Pichico nos dejó, está siempre tal cual en la Calle Real, siendo su alero sombra de fiesteros de a pie y montados que van a topar los toros al Puente Real todos los mediodías de las fiestas liberianas y es así porque a pesar que su puerta se cerró, su quicio jala siempre a algunas familias liberianas que durante las fiestas toman dicho alero desde vísperas hasta el día de la burra para fiestiar, fiestiar y fiestiar.

 

Don Pichico y su Taller

 

Si bien pretendo repintar con estos apuntes la herencia dejada por don Pichico y los muchachos en el taller de Condega al patrimonio cultural de Guanacaste y de Costa Rica, es menester develizar el alma creadora del maestro para luego remarcar su obra desde la óptica de niño que fui y la de sus vecinos y colaboradores haciendo uso de la tradición oral; cuando su taller colmaba sin reparos las necesidades de la blanca Liberia.  Don Francisco Gutiérrez Santana mejor conocido como don Pichico nació en Liberia Guanacaste, el 3 de mayo de 1884 lo cual reza en su renovación de cédula de identidad de 1933 y que además dice entre otras cosas: ocupación artesano, edad 48 años estado civil soltero, nacionalidad costarricense, color blanco, estatura 1.60, constitución fuerte, frente ancha, ojos pardos, pelo negro, nariz aguileña.  En su lápida en el cementerio de Liberia descansa a la par de un angelito de mármol que reza "Francisco Gutiérrez Santana 3 de mayo de 1984 - 19 de octubre de 1964; Francisco Gutiérrez Medrano 1884, Felicia Santana Montoya 1937".  Doña Emilia Clachar Hurtado (86) vecina de al lado de don Pichico opinó y perfiló al artesano así "A don Pichico lo conocí de 11 años viviendo él en la Calle Real de la Gobernación 200 metros al sur mano izquierda, vivía con su mamá Felicia Santana y su hermana Sara Santana de Lacayo, soltero ya tenía el taller de talabartería, trabajaba el cuero, la cabuya, la crin, hacía pellones y cinchas, dio clases en la escuela, su madre era viuda y su cuñado (de su mamá) Domingo Lacayo trabajaba afuera, tenía a Julia casada con Luis Núñez, Mercedes, Gonzalo quien era parrandero, todos se fueron de Liberia, casó mayor con Minerva Baltodano, tuvieron 2 hijos ambos fallecieron, el primero lo atendió el Dr. Calderón Guardia el segundo falleció grandecito, se casaron mayorcitos, ya casados se pasaron a vivir de la Gobernación 175 metros sur donde pasó su taller, sufrieron mucho por la muerte de sus hijos, fue una bellísima persona, buen hermano buen esposo y buen trabajador, para las fiestas preparaba caballitos de palo para los niños, eso era divino, era de mediana estatura, grueso, amable como nadie, confiable, tenía como aprendices a muchachos jóvenes, a Maykel le regaló una palmera que trajo de sitios áridos de México que se ocupa para canastas que es la que está detrás de la casa, el bautizó a Maykelín, estornudaba estruendosamente, escupía en una escupidera de porcelana, se dedicó a la talabartería, fue buen vecino y buena persona, preparó a Meme Valerín, Pastrana y otros, usaba paraguas, sombrero gris con blanco, camisa blanca manga larga con liga, pantalón blanco o caqui".  Don Jorge Baltodano Guillén (91) lo rememora como su primer maestro de trabajos manuales en la escuela de Liberia a la edad de 6 años cuando entró de oyente con la niña Margarita Rivas y al respecto don Jorge señala "cuando conocí a don Pichico ya era talabartero y tenía su taller en la casa de Las Lacayo en Condega de la Gobernación 200 metros sur después lo pasó a su casa 25 metros norte cuando se casó con mi tía Minerva Baltodano".  Don Daniel Guillén Centeno (88) lo retrató así "Fui su alumno de trabajos manuales en la escuela, era de primera, nos ponía a sacar cabuya de la penca, don Pichico teñía la crin en negro con nacascolo, se vestía de blanco, el nica Lacayo trabajó con él, también Meme Valerín, Andrés Espinoza, Pastrana, Manuel Guadamuz.  Todo sabía hacer, de latas hacia sartenes, oyó decir que aprendió el oficio de la cabuya en Yucatán, México.  En su taller se trabajaba el cuero curtido con corteza de nancite colorado o de aceituno blanco, se hilaba la cabuya, se tejía la crin siendo su especialidad.  José Ángel Contreras ilustra el trabajo de don Pichico con una anécdota... "El señor Carlos Hidalgo de la talabartería Texas del mercado central de San José llegó a Liberia a ofrecer sus productos y llega al taller de don Pichico pero no se atrevió ni siquiera a ofrecerlos manifestando después que lo que vió fue una belleza, una fantasía.  Don Pichico muere el 19 de octubre de 1964 y en homenaje póstumo La Asociación para la Cultura de Liberia opinó de don Pichico así "artesano, educador y trabajador tesonero quien a través del aula y el taller, aportó sus habilidades naturales y conocimientos a las generaciones futuras de nuestro pueblo".  En el taller de don Pichico aprendieron y laboraron varios muchachos de la comunidad que con posterioridad a la muerte del maestro trabajaron el cuero, la cabuya y la crin que son los que en realidad propagaron el pellón y sus aperos de cuchilla, sobre todo Meme quien se trasladó en el ocaso de su vida a San José en donde siguió elaborando y remontando pellones y juegos de aperos de cuchilla por encargo.  En efecto Meme siguió haciendo pellones y juego de aperos de cuchilla en San José casi hasta sus últimos días y Pastrana ya pensionado continúa en su taller ubicado en barro los Cerros tejiendo recuerdos y en su memoria la mano peluda que resguardaba el acopio de hebras en el taller.  El último aprendiz de don Pichico fue Jacinto Villegas Juárez (71) quien no siguió la huella del maestro sino que se dedicó a la docencia y con quien me saludo con la frase la mano peluda.  Comenta Jacinto "mi papá me mandó al taller de don Pichico porque era mi padrino todas las vacaciones mientras estudiaba en el Instituto de Guanacaste y coincidía con las fiestas de Liberia cuando el trabajo aumentada considerablemente... me tocaba ayudar a Pastrana y a Meme... me ponían a troquelear, majar, planchar y dar brillo al cuero, dar vuelta a la rueca para hilar, lavar, secar, clasificar las crines que después ellos la hacían en rollitos pegadas con cera de abeja, las planchaban para que quedara plana y después se cosía en cinco filas o más en la tela del pellón... el taller era una casa larga con frente a la calle 0 y salía al otro lado de la calle y era un vecindario muy activo porque hay que recordar que esa era la calle principal como decir la interamericana de hoy y ahí pasaba la cotorra que era una cazadora de Arata que iba creo a Bagaces... en la bodega encontilada, se guardaban las crines y herramientas con filo, custodiadas por la mano peluda... en 1933 que salí del colegio dejé el taller pero seguí de vez en cuando  ayudando a Meme en el taller de Contreras... ya para ese último año que ayudé, ya don Pichico se salía a hablar con vecinos entre ellos recuerdo a los Clachar... yo no me dediqué a la talabartería ya que entré a la normal de Guanacaste y me hice maestro... me da un pesar pasar por el taller de don Pichico y ver la puerta cerrada..."

 

El taller de don Pichico y el barrio Condega

 

El recuerdo del taller no es ajeno al recuerdo de aquel amigable vecindario condegueño sesentero que me tocó vivir en donde también se tejían un sinfín de relaciones económicas, sociales comunes y diversas, con actividades referentes como la fábrica de Kolas Arata con su producto líder la kola champaña y majándole los talones la zarzaparrilla y limón a un precio por unidad de sesenta céntimos; la pulpería y restaurante del chino Felipe Acón con su chop suey seco aún en la memoria de los liberianos a 3 colones el plato posteriormente Pulpería y cantina La Constancia de Beto Acón donde se compraba la libra de azúcar a 15 céntimos, la de arroz a peseta y la de sal a cinco; la soda Nandayure de mi madrina doña Teresa de Sibaja donde los grandes bailaban echando una peseta a la rockola de discos de acetatos de 45 revoluciones las últimas grabaciones de Ray Conniff mientras otros se tomaban un mate a 75 céntimos; cantina La Tertulia donde  Baltilla y Machazo tomaban sopa de mondongo entre otras cosas y en donde por primera vez en la vida vi guindando unos sobrecitos brillantes que decían sultán; la pulpería y cantina La Copa de Oro de Wallia Li en donde vendían licor en estañones de metal horizontales con una llave de chorro y un embudo grandote de hojalata y donde tiempo atrás don Chu embriagado de amor vio la luna divina que ilumina nuestras almas, la luna liberiana, luna para amar, hoy himno de Liberia; la pulpería de Manuelito Acón en la esquina y posteriormente ferretería La Guaco, abreviatura de Guanacaste Company de Mario Salgado y que quebró porque Mario le daba las llaves a los clientes para que se llevaran el producto que les urgía por su espíritu generoso y de mal comerciante; la pulpería y dentistería de Manuel Solano en donde comprábamos a doña Glorita pinol por libra y panecillos de cacao para la horchata mientras del otro lado de la pared extraía dientes don Manuel; las zapaterías remendonas de don Miguel y de Elías Villegas; la pulpería de don Tino Ocampo donde comprábamos galleta negra y bizcotelas; el siempre muy viejo y muy nuevo Hotel Liberia de doña Eida Estrada y a la vuelta su molino, hotel que después sería de Mezita y doña Eida abrió la sodita Dos Pinos por ser la pionera de esa marca en Liberia pero su productos estrellas eran los sándwiches de paté de mano de piedra y el ponche con o sin guaro; el teatro Mayorga de Don Benito Mayorga Rivas y doña Clarisa exhibiendo las películas de Estudios Churubusco  y algunas de vaqueros a dos colones la tanda donde el público aplaudía cuando los indios perdían y enfrente la pequeña escuelita que a pesar de ser un kinder se llamaba Colegio Santa Ana donde aprendí a decir retrete, papelera, plaza y labor en vez de excusado, basurero, parque y costura y que la Virgen María de verdad está llena de gracia y habla con los mortales y donde un día nos dijeron cada cual tome su pupitre porque nos vamos y así caminamos cada uno con su silla hasta el frente de la Cartaginesa; más abajo hacia el Puente Real la pulpería de doña Florencia cuyo carisma la convirtió en la primer regidora de la municipalidad y siempre manifestó su espíritu alegre especialmente cuando llegaba el circo y más cuando organizaba la bruja en el turno del 8 de diciembre, la pulpería de doña Florencia que atendía Lidia tenía un buen surtido de helados de palito, melcochas premiadas pero no daban feria; la casa de Mario Cañas Ruiz, rotulero, poeta, compositor y bombetero oficial del turno y de las fiestas de Liberia por lo que el parque central lleva su nombre y por supuesto la referencia más importante para dar direcciones era la Gobernación de Guanacaste en donde se inscribían las marcas ganaderas y se dirigían las actividades políticas y sociales de la Provincia.  Las familias aledañas al taller eran por el lado norte la casa de mi familia los Zúñiga Clachar hoy patrimonio histórico de Costa Rica en donde se vendía café en grano de finca Berlín, se comía cusuco los 24 de diciembre, donde mi mamá comía arroz crudo cuando estaba encinta y remallaba medias de nylon descarriladas mientras cantaba la luna rosa y olía agua de florida de Murray y Lanman, donde se atendían las visitas en el quicio de la puerta la cual nunca, nunca se cerró y se sostenía en las noches con una poltrona que se ponía por detrás de la puerta y el que iba entrando la iba empujando durante toda la noche, había un manigordo de mascota que se agarró con una coneja parida y ganó la coneja, donde mi papá traía olorosas flores silvestres y las ponía dentro de la funda de la almohada de mi mamá y le cantaba sabor de fruta verde cuando no andaba sofocado y maravillado con las travesuras del hombre en el espacio y con el día en que un ovni se lo llevara al espacio sideral y... siempre siempre custodiada por cuatro angelitos en el cielo en la parte delantera y el padre sin cabeza que salía en la parte trasera del troje, propiamente en el subterráneo de piedra cantera donde alguien en algún momento transpuso algo ilícito a la par de la caballeriza donde hace 18 años Miguel tuvo el caballo rocillo, incluso se le vio en el callejón que sale a la calle de atrás paralelo al callejón donde hilaba don Pichico; por el lado sur la casa del macho Arata y doña María Salazar él siempre macho y ella siempre seria donde había un quinto patio y los Arata Herrero donde doña Margarita portaba en su cintura un montón de llaves que le sonaban y no dejaban a los Aratilla salir al tope de toros; en frente del taller la casa donde vivían los Zúñiga Clachar que nosotros les decíamos los Zúñiga Pallais (palé) para hacer la diferencia del destino que hizo que dos hermanas Clachar se casaran con dos Zúñiga no parientes donde vivía Ligia mi amiga de juegos y de sueños y donde en el piso de la puerta de la entrada había un boquete por el ancho de la puerta y un metro hacia adentro de la casa tapada con un tablón inmenso que creo era una vieja puerta que para entrar a cualquier hora pasábamos por debajo de la puerta y con la cabeza la tirábamos hacia arriba, la misma casa que una vez se cerró tal cual estaba y se abrió años después como si fuera al día siguiente; la casa de los Valdelomar Baltodano donde también vivía doña Anita Baldioceda quien vendía empanadillas de conserva y de queso y vestía medio luto y en donde vivía el niño Dios que sale a pasear en un cochecito todos los 24 de diciembre a ritmo de parrandera por la calles de Liberia; los García Clachar en donde tomaban y revelaban fotografías siendo la clásica donde estaban las cuatro generaciones de mujeres doña Pinita, doña Marina, Flory y Rossanita en brazos; la familia de don Toñito Alvarado y posteriormente familia Rojas Alvarado quienes tenían una hacienda que se llama San Jerónimo donde se fueron los que tenían un pringue de Alvarado cuando Somoza atacó Liberia en el 55, don Toñito tenía un conjunto de cuerdas que tocaban valses, pasillos y hasta el minuet de Bethoven y doña Adelita donó el Santo Sepulcro con el escudo de Guanacaste a la Iglesia y que hoy día recorre la calles liberianas los Viernes Santos; más allá la niña Celinita Mayorga hermana de don Francisco Mayorga Rivas quien dejó su fortuna a los pobres y a la Junta de Educación de Liberia incluida la casa color del tiempo donde posteriormente vivirían  los Chamorro Roversi y habían muebles finos, porcelanas y bustos de Europa, un árbol De la Cruz con flores rojas, vendían hielo y queso de mantequilla anunciada en pizarra y en donde mi mamá con nostalgia decía que ahí vivió la después poetiza Ninfa Santos a quien decía Ninfitilla en un ambiente de heliotropos, jazmines, lecturas de poemas y clásicos de la literatura, música de piano y de vez en cuando un viaje a escondidas al cementerio para avivar la musa inspiradora; las familias Armas Garnier y Centeno Garnier quienes vivieron siempre  en armonía respetando la línea divisoria imaginaria a través de la propiedad según la herencia, además doña Elsa vendía leche que traían de finca La América y sus hijos silbaban con virtuosismo y don Meme Centeno que tocaba violín; más alejadito hacia el Puente Real los Cuadra Clachar en donde se hablaba de un maldito que tenía que caer en Nicaragua a como también se gozaba con el cuento del accidente en Liberia de los únicos dos carros que habían y chocaron y tenían una consola que tenía por pantalla una tela de pana o damasco en donde los domingos oían canciones de un tal Pedro Infante y habían muchos objetos de la Cervecería Traube; los Salgado Muñoz que tenían un pick up Chevrolet modelo 39 que se llamaba la machincha cuyo propietario fue excomulgado desde el púlpito sin identificación ni trámite vaticano no por ser masón sino porque le vendió un lote a un pastor evangélico lo que tan sólo no pasó de ser un sermón dominical porque otro domingo de algún año me llevó ante el obispo a la confirma; los Estrada Clachar que tenían unos cuadros grandes de madera labrada de Jesús en el monte de los olivos, un ángel de la guarda cuidando de unos niños en un puentecito, una nigüenta y una pajarera grande en donde cantaban los chichiltotes y viudas; mi tío David Clachar a quien, con elegancia monacal cuidaba Leontine Wauters a quien le brotaba su origen belga en donde llegaba a veces mi abuelo Alejandro Clachar Baldioceda después del periplo que comenzó en Honduras Británica y terminó años después en el muelle de Limón cuando tuvo que ser reconocido por un pariente Baldioceda porque no traía documentos; la única casa de concreto donde vivían los Berenz hoy casa de papel, que tenían un unimog con el que iban a unas playas perdidas que se llamaban Tamarindo y Zapotillal y no al Coco como había que hacer y posteriormente vivieron los Clachar Baldioceda; los Sánchez Zamora que lloraron y se enlutaron con la muerte de su perro Fidel cuando los niños y los perros no gozaban de su status actual y una mujer montó un toro; los Herrero White donde vendían queques para cumpleaños, tenían una perra peluda que se llamaba la diana y  don Juan a quien llamaban ñato por ser lo contrario tuvo muchos clavos por la falta de energía eléctrica en Liberia por parte de un movimiento social de los alumnos del Instituto de Guanacaste por ser el primer encargado del ICE; los Baldioceda Bonilla quienes llevaban todas las noches a Ruthtita al cine Mayorga; los Clachar Rivas en donde habían alcaravanes, piches, gallinas, perros, loras, pericos, lapas, terneros, mapaches, pizotes, tepezcuintles, manigordos, palomas, lagartos, culebras, tortugas, gatos etc., etc., etc., e iban donde don Bartolo el curandero en Quebrada Grande a traer polvo de aterrán de comején para sanar la quemadura de Richard; los hermanos Chilo y María del Socorro Baldioceda con muletas uno y si muletas la otra; Chepón López quien jugó la ruleta rusa en el Bramadero; los Sibaja Araujo mi padrinos donde comprábamos leche descremada que traía Pablo de finca Las Delicias en un carretón con caballo para evitar espinillas decía mi mamá pero creo que era por ser más barata que la otra que valía diez céntimos la botella en otros lugares y además tenían un caballo azulejo que se llamaba el resplandor y oto salpicado; el cha cha cha y mi abuelita Lola... uuyyy mi abuelita cuyo nombre de pila era Dolores Hurtado Rivas quien bordaba, cocinaba, leía, rezaba al niño Jesús de Praga, a la virgen y a los fieles difuntos, regañaba, aconsejaba, se defendía, visitaba, tejía, armaba lámparas con desechos, jugaba damas chinas, cuidaba casas y nietos, festejaba todo, desgranaba maíz, espulgaba frijoles y café, cosía, dibujaba patrones, hacía disfraces, remendaba ropa y medias, planchaba, lavaba, mandaba a hacer mandados, narraba, recordaba, planeaba, contaba historias, se rizaba con bucles, se quejaba, sembraba, regaba las matas, iba a desfiles y veladas, oía Kadir el Árabe por radio y hasta soñaba..., reía... y lloraba... etc., ,etc., etc., lo mismo que vivía en Liberia en la casa de las hijas Emilia o Cecilia, o la tía Cocó, o en Granada o en El Coco, lo que la convirtió en una mujer sin tiempo ni espacio, sencillamente, en una perfecta mujer.  La rutina del vecindario se rompía más de lo normal sobre todo en el verano que se iniciaba con la neblina de noviembre y las ventoleras y polvazales que hacía que las mujeres se agarraran las enaguas y caminaran para atrás y con ello los actos públicos de la escuelas Ascensión Esquivel y Santa Ana con sus veladas de variedades y las exposiciones de fin de año donde se mostraba a los progenitores y ciudadanía las labores y lo aprendido durante el año lectivo; el turno de la Virgen donde se remataba grandes lotes de ganado; los paseos de los muchachones a la loma de Villa Adina; las salidas a fincas cercanas de dueño ignorado a manguear, cortar jocotes y marañones con su respectiva mancha en la camisa; las carreras de caballo en el Mocho; los chapuzones en las pozas de la Urraca y la Calera del río Liberia y los más osados se zafaban a Colorado; los topes de toros saliendo del Puente Real donde casi siempre se escapaba un toro y provocaba el desorden y gritería mientras los sabaneros lo hacían volver al arreo lo que le ocurrió a mi abuelita cuando el toro entró por el patio pasó como loco a medio metro de ella y salió por la puerta de adelante; las montaderas de toros en el potrero de los Arata y por ende los juegos de manos y pleitones que caminaban hasta 50 metros en la calle; la pasada de la burra el último día de fiestas que le sacaban guaro a los chinos cada vez que les tocaban la corneta en sus negocios; el crujir de las carretas los sábados en la madrugada con cerdos que llevaban al rastro hoy Salón Comunal de barrio Condega; las procesiones en sus calles blancas recién regadas y adornadas con pétalos de flores y las  ventanas y puertas engalanadas con flores de coyol; la pasada del Niño todos los 24 de diciembre a las 6 de la tarde en punto saliendo de la casa de doña Anita luego de doña Luz donde repartían chicha, horchata y pitos para pasear al Niño Dios hasta la Ermita del Señor de la Agonía con dos niños como padrino y madrina por cierto doña Luz quien fue mayordoma del niño fue solicitada como madrina hace 81 años por doña Anita quien años después fue su suegra pero se quedó como la novia de Tola...; Maykelín fue padrino hace 55 años, Octavio mi hijo hace 18 y mi hija Mariamalia fue madrina hace 12 años; la banda militar de Liberia y todos los condegueños con sus estrenos acompañando al Dios Niño; paseos dominicales al Coco ya sea donde Claudio, Maclovia o Balbina; juegos callejeros de bendito escondido y punto al tarro; los bailes en efemérides y fiestas en El Jardín con la Rose Mary y después en la Casa del Ganadero y con tocadiscos cualquier sábado y las últimas vaquiadas en San Jerónimo donde mi papá me llevó y repartían cigarros, fresco de pozol y algo más... y las buenas... y por lo general malas cosechas que dejaron las malas políticas crediticias en boga cuando la agricultura vino a competir con la ancestral actividad económica de los liberianos, la ganadería de carne y que aliadas con las sequías dejaron grandes pérdidas e inmensas deudas.  El invierno irrumpía con alegría y esperanza con el primer aguacero y los rosarios de la Virgen María en mayo y terminaba con los temporales de octubre casi un mes y medio después del cordonazo de San Francisco período en el cual la vida transcurría entre juegos de rayuela en las calles de cascajo; las nancitiadas; los barquitos de papel en los caños que trasportaban mensajes y sueños; los desfiles estudiantiles que remataban en la plaza Rodríguez y el 15 de setiembre con ejercicios rítmicos que preparaba mi tía Leo; el día del niño que las dos escuelas celebraban con disfraces en las calles; el optimista día del árbol; el día del descubrimiento de América cuando vestidos de indios con palma de coco cantábamos ¡gloria eterna Colón soberano!; la burra de don Luis Rivas que recorría el barrio de puerta en puerta y era alimentada por los niños con cuadrados y frutas pero por mansa y noble asistía sólo los domingos de ramos para la entrada de Jesús a Jerusalem pero nunca a la alegre burra del último día de fiestas porque esa tiene que ser mañosa; las apaliadas de los árboles machos por cualquiera que se llamara Juan para que produjeran fruto el día de San Juan los 24 de junio en la casa de nosotros traían a Juan Gabriel para una guanábana que no daba; la gente esperanzada preparando la semilla de arroz, maíz y sorgo  para sembrarlas porque pupulaba el crédito bancario sin ton ni son... y... sin importar lluvia o viento las misas de tropa de las 4; las paradas militares de 50 movimientos y cambio de armas los domingos; las retretas en el quiosco del parque los martes, jueves y domingos en donde unos caminaban en un sentido y otros al revés y, en todas partes, las paredes chorreadas en blanco por las fumigaciones de DDT y sintonizando radio Guanacaste que informaba los funerales, bailes, mandaba complacencias y avisaba a la gente de Dos Ríos que tenían salida del hospital para que llevaran bestias a finca Los Claveles, intercalada con música de Julio Jaramillo y por supuesto El Negrito del Batey , las clases del Cha Cha Cha sin faltar amanecer ranchero con Estrellita del Sur  y el cantante de moda Miguel Aceves Mejía.  Ya en el corazón de Condega y como actividad hermana del taller de don Pichico estaba el taller de José Delgado mejor conocido como Chepe Albino donde se hacían carretas y sus partes, yugos de palo de mango, ruedas de guanacaste, camas de cortez ,timones de laurel, canoas cobadas o construidas, tablas para destetar teneros, portones, salitreaderos, etc., etc., y a su alrededor los Peña que vendían moronga y chanfaina y todavía venden arroz de maíz, horchata ,chicha de maíz y le rezan a San José, y los Abarca, Los Coronado, los Contreras, los Guido, los Martínez, los Alvarado, los Villegas, los Ocampo, las Dobles, los Rojas, los Valdelomar, los Baltodano, los Valle, los Villarreal, los Vargas, las Castro, los Reyes, los Arburola, los Canales, los Luna, los Rivas, los Morales, las Marines, los Mayorga, los Baldioceda, los Duarte, los Loáiciga, los Rodríguez, los Araya, los Avilés, los Jiménez,... etc., etc., etc., he aquí algunos de los vecinos, amigos, clientes, admiradores, compadres, ahijados, proveedores trabajadores, deudores, más nunca acreedores ni enemigos... del taller de talabartería "La Industrial" de don Pichico en el Barrio Condega de Liberia el que sigue siendo un apellido porque de cuyo nombre nadie quiere acordarse, el que para los condegueños por razones de pertenencia y sus líderes: la comunidad de base de la Ermita del Corazón de Jesús y la Asociación Comunal del barrio comprende: De la Escuela Ascensión Esquivel al sur pasando por donde don Manuelito Rodríguez donde mucho tiempo atrás vivió mi bisabuelo Emilio Hurtado Guerra y su familia y posteriormente el Estanco cruzando al este hasta La Cartaginesa luego al sur hasta el Río Liberia, de ahí siguiendo el río aguas abajo entre encinos, aceitunos guapinoles, barbudos y charrioles hasta el embarcadero de ganado de doña Tina Alvarado de Leiva, hoy casa de José Leiva donde está el puente de la interamericana, sigue bordeando los potreros de los Arata donde estaba la plaza Arata y Chilo Castrillo hoy carretera interamericana hasta la Avenida 25 de Julio donde estuvo la Bomba Texaco y de ahí pasando por donde vivía Chilo Castrillo en una casa de madera de dos pisos y el potrero que lotificó en donde viví con Amalia y sembré el almendro de monte por el nacimiento de Emilio hace 33 años, que está en la casa frente a la iglesia adventista y quien tenía un burro bueno para el salto y murió en lo que era bueno e inspiró a Héctor Zúñiga con la parrandera el burro e Chilo; la casa del Dr. Enrique Baltodano Briceño cuyo nombre lleva el hospital de Liberia y su esposa la macha Estrada que bordaba con gran pulcritud paños, sábanas y fundas y donde mucho tiempo atrás fue la casa hacienda de El Real; pasando por la casa de mi abuela doña Teodula a quien conocí por estar en la memoria colectiva de Liberia como villana y heroína a la vez según quien cuente el cuento y en donde vivieron los Muñoz Rovira, los Zúñiga Rovira, los Chamorro Muñoz, los Muñoz Bustos y hasta mi papá y mi mamá desde que les dijeron hasta que la muerte los separe pero vivieron ahí hasta que el pájaro voló, posteriormente casa de don Enrique Montiel Gutiérrez único guanacasteco de la Asamblea Nacional constituyente fundadora de la segunda república en 1949 y su familia; pasando por el salón El Jardín posteriormente cantina El Palermo, la Gobernación, hasta la escuela nuevamente donde se cierra el perímetro estimando que el parque y la iglesia Inmaculada Concepción de María por ser de nadie y de todos es la zona 0.

 

Lo útil

 

De la misma manera que en la actualidad el comercio de partes y accesorios de vehículos es indispensable para la vida, la producción de los aperos de montar para el campo era indispensable para el desarrollo económico y social de la Liberia campesina donde el caballo y la carreta eran los medios de comunicación y de trabajo.  Tomando en cuenta que la ciudad de Liberia tuvo su origen en el contexto  económico y social de las haciendas, debemos repasar siempre a don Carlos Meléndez cuando afirmó "que la formación de Guanacaste, hoy Liberia prueba la madurez del proceso de constitución de las haciendas en el valle superior y medio del Tempisque que busca constituir su centro religioso y social en aquellas regiones" y trató el origen y desarrollo de Liberia en torno a la existencia de la explotación de la cría del ganado especialmente vacuno y caballar cuando escribió: "En el proceso de manejo de la hacienda ganadera, el caballo jugaba un importante papel, relevante sobre todo para a movilización física interior y exterior.  Hombre y caballo formaron la ecuación fundamental de la explotación ganadera.  A caballo había que realizar gran número de las actividades propias de la hacienda, en particular en la estación seca, en que se procedía al rodeo, a las tareas de concentrar en los corrales el ganado para ser marcado y seleccionado, y con posterioridad remitido a Nicaragua, el único mercado posible en aquella época cuando no se recurría a su destace.  El proceso de fierra tenía quizá cierto encanto viril y daba oportunidad a algunos jolgorios que contribuían a restaurar los vínculos sociales interrumpidos por el invierno".  Don Carlos nos detalla acá ni más ni menos que la vaquiada o censo, marca y señalización del ganado en las haciendas de Liberia y alrededores al principio de verano como actividad precursora de las fiestas de Liberia y que después el investigador Roberto Cabrera va definir las fiestas de Liberia como: una vaquiada más la banda tratando de sintetizar que el origen de las fiestas de Liberia está en las vaquiadas de las haciendas que luego se trasladaría a la ciudad con un elemento urbano que en el caso de Liberia ha existido por más de 100 años: la banda militar, hoy cimarronas.  De ese entorno ganadero teniendo a Liberia como el epicentro del mismo emerge la importancia de lo diseñado y creado en el taller de don Pichico como útil... y, qué más útil que la albarda de cuero curtido, ya sea de arruga, de coraza o fuste, cuyas partes repaso:

 

SENTADERA:

De una sola pieza si es de coraza o independiente de las alas si es de arruga, que es donde se sienta el jinete.  La parte interna con lomillos de zacate talquépara proteger el lomo del caballo.

TEJUELO:

Cuñas de madera de hoja chigüe que se ponen en la parte delantera y trasera de la sentadera; en el tejuelo delantero se pone el jinetillo y en el trasero se agarra la grupera.

JINETILLO:

Coyunda arrollada en senosenel tejuelo delantero donde se agarra la pechera o braguero y la manila.

ARRICESES:

Fajas de cuero curtido siendo los delanteros para guindar los estribos y los traseros llamados látigos que son fijos al lado derecho para amarrar la cincha y contrátigo en el lado izquierdo para socar la cincha.

ARSIONES:

Fajas para sostener los estribos.

ESTRIBOS:

Piezas donde el jinete introduce sus pies para afianzarse.  En sus modalidades más comunes: de jupa de ternero, chontaleños y tapaderas.

CINCHA:

Faja de cabuya, con una argolla en cada extremo para sostener la albarda sobre el lomo del caballo.

CORNEJAL

Coyunda arrollada en el tejuelo posterior de la albarda, donde se pone la grupera.

 

Don José Ángel Contreras enfatiza que hay dos detalles que tenían las albardas hechas por su papá ya en el taller de don Pichico o posteriormente en su taller que eran la almohadillas de zacate talqué muy fino y de hoja larga, nunca de jaragua grueso para no pegar o chimar la bestia y el guardamonteo doblez que consiste en una aleta que se cosía en forma de hilván con una coyunda finita para reforzar las alas de las albardas porque si el ala de la albarda era débil se rompía.

 

Lo Bello

 

La manufactura elaborada en el taller de don Pichico pasaba de lo útil a lo bello por arte de magia y aquí trascribo el texto de un folletito editado en algún aniversario de Liberia y que ignoro su autoría..., "junto a su casa tuvo su taller donde dio aplicación a su capacidad muy bien llamada por don Secundino de artista industrial.  La crin y la cabuya, el cuero y el pabilo salían de sus manos convertidos ya en útiles aperos de trabajo para nuestros campistos, ya en lujosos artículos de calle con que los chalanes salían a lucir, en los días de fiestas, su apostura, su garbo y sus habilidades o la hermosura y gracia de sus cabalgaduras.  Fino y original.  El trabajo artístico de don Francisco es expresión bien lograda del gusto estético de una comunidad que centraba sus afanes en la vida pastoril".

 

El Pellón

 

La huella artística artesanal del taller de don Pichico que le ha dado color al campo y la fiesta liberiana es el PELLON LIBERIANO Y EL JUEGO DE APEROS DE CUCHILLA y demás aperos de cuero curtido y crin.  Sin precisar el origen del Pellón Liberiano, debemos buscar antecedentes del mismo en lugares geográficamente lógicos y es así como en la red encontramos que Pellón según el diccionario de la Real Academia Española viene del latín pellis o piel y que en términos populares es un cuero peludo que va sobre la montura.  Asimismo se relaciona al pellón como pelleja que se pone de caparazón a las caballerías o sea guarnición.  El buscador nos lleva a Wikipedia que señala que "el pellón sampedrano es uno de los ornamentos más importantes del caballo de paso peruano... no pudiendo ser lucido por cabellos de bozal... consiste en una manta adornada con infinidad de pequeñas borlas realizadas generalmente de lana de oveja o alpaca de color negro, adosadas a un armazón de cuero o tela y se utiliza sobre la silla de la montura peruana...  El pellón sampedrano tradicionalmente elaborado en San Pedro de Lloc (Perú) es un artículo que se tiene referencia hace siglos en el Perú,... además cuenta con bolsillos secretos a cada lado permitiendo al chalán, alcanzar las monedas, cartas, botellas sin necesidad de desmontar el caballo.  No se puede dejar de mencionar a las familias originarias de San Pedro, Javier y Rodríguez los que a través del arte, difundieron y enseñaron la técnica de esta bella artesanía.  El Pellón está compuesto de dos trapecios de 50 cm por 70 cm unidos por el centro, los que se disponen a los costados de la silla de montar.  Tiene un peso de 29 kilogramos".  No es de extrañar pues que el pellón liberiano tenga sus orígenes en el pellón peruano dado el regular comercio marítimo con el Perú por todo el Pacífico americano del que no fue ajeno Liberia por medio del Puerto Culebra en esta jurisdicción y así los tenía claro don Pichico quien se lo manifestó a Daniel Ezequiel Contreras su colaborador lo que recuerda su hijo José Ángel.  Para nuestros efectos y en virtud de las vivencias de Juan Gabriel Zúñiga Clachar y Ángel Contreras, podemos resumir que el pellón liberiano es un cobertor multicolor de la albarda, pero independiente de ella para lucir en las fiestas, que en el pasado se vendió a 100 colones y el último a $800, con lo siguientes componentes:

 

SENTADERA o ACERICO:

Pieza de forma rectangular de color neutro, para que el jinete se siente, con tres vuelos en cada lado siendo el del centro del doble del tamaño que el de los lados, rellena de recortes de crin, formando un acerico o almohadilla (últimamente de esponja, por la escasez de crin), con diseños de cabritilla (hoy vinil) de colores vivos, comúnmente: amarillo, rojo y verde.

ALAS:

Forro de mezclilla o lona con aldanas o pliegues (de 5 a 9) cosidos horizontalmente donde se pegan las tabletillas o rollitos de crin, reforzado todo su perímetro con cuero de vaqueta para proteger el pellón del sudor del caballo.  Tiene una bosa a cada lado de la parte interna trasera, que sirve de licoreras.

CRINES:

Forro externo de cola de caballo, pegado y cosido a las alas para cubrir totalmente su parte exterior.  De color negro intenso y por algún encargo especial, bayo o blanco.  Es la parte más vistosa, por cuanto son 40lb de crines, largas y lacias; nunca crespas.

 

Tomando en cuenta que el pellón y los aperos son una chalanada, se ha usado poner las iniciales del propietario, su marca ganadera o cualquier detalle que lo individualice.

 

El Juego de Aperos de Cuchilla.

 

Es el complemento del pellón formado por la jáquima, la pechera o braguero y la grupera o gurupera tejidos en crin de cola de caballo o copete en forma de cuchilla de dos pulgadas de ancho en grupera y pechera con ornamentos de cabritilla de vivos colores.  Los ornamentos de la jáquima son los florones recortados y los de la pechera y grupera son las rosetas sencillas o dobles, siendo estas últimas de crin negra y blanca o alazana y las sencillas de un solo color sea negro, blanco o alazán.  He aquí sus componentes:

 

JÁQUIMA:

Cabezada que se compone de cabresto, pernas, hocicada, frontil y tapojo.

PECHERA O BRAGUERO:

Se coloca en el pecho del caballo y se sostiene de la cincha y del jinetillo.

GRUPERA O GURUPERA

Une el cornejal y la cola del caballo para centrar la albarda.

CINCHA

Faja de crin o de copete y argollas de bronce, para sostener la albarda sobre el lomo.

 

En el taller de Don Pichico se diseñó y elaboró un sinfín de objetos de cuero  útiles para la vida cotidiana, a saber:

 

MONTURÍN:

Mezcla de montura y albarda especialmente para niños y se presentaba como una montura con alas.

POLAINAS:

Para proteger los pies del jinete en el campo.

MALETEROS:

Para mantener la carga seca y segura sobre la grupa del caballo.

ALMOHADILLAS

Para llevar carga en el campo también en la grupa.

CABEZADAS

Apero que va desde la nuca, reforzado en la testuz y baja en dos guías para guindar el freno.

VAINAS PARA MACHETE

Funda para trasladar con seguridad el machete.

 

Y otros como: bultos escolares, fajas de enyugar, caballitos de palo entre otras cosas y de crin como cordones para sombrero, dantas forradas en tejido de crin incluso una de esas dantas forradas en tejido de crin negra con el nombre del presidente de E.E.U.U.  John F Kennedy en crin blanca que fue uno de los presentes en su visita a nuestro país en marzo de 1963 para impulsar la Alianza para el Progreso siendo presidente don Chico Orlich y canciller don Daniel Oduber Quirós, cuyo corazón yace en la antigua gobernación de Guanacaste en el barrio Condega de Liberia.

 

Lo Mágico

 

Con la misma magia con que don Pichico y sus muchachos transformaban lo útil en bello, resguardaban con malicia y celo el misterioso y oscuro aposento en donde la mano peluda vigilaba cual centinela cada rincón de aquel inalcanzable espacio.  Todo su taller era un espacio didáctico para niños y jóvenes ávidos de aprender  y experimentar, mas no así el cuarto de la mano peluda el cual como caja de pandora podría sorprender a cualquier irreverente curioso.  Sin duda en aquel oscuro y solitario cuarto se daría la custodia de los cueros curtidos, las cabuyas de mil hebras y sobre todos las crines, cabritillas y ceras previas a la trasformación en objetos de  vivos colores y abstractas y cubistas figuras que colmarían de orgullo y darían identidad a los pobladores del Liberia de ayer y de siempre.  La mano peluda todavía es parte del imaginario de los muchachos que visitábamos el taller de don Pichico lo mismo que de Pastrana y Jacinto... seguro por la paradoja de que en el mismo taller obraban por igual las manos mágicas como la mano peluda.

 

El Legado

 

Queda por valorar si el trabajo creativo de don Pichico desde su casa-taller, en cuanto al diseño, producción y establecimiento del pellón LIBERIANO Y JUEGO DE APEROS DE CUCHILLA y demás aperos de cuero curtido, es un bien cultural parte importante del patrimonio de Liberia... ¡pues claro! la identidad cultural se produce a través del patrimonio y es la comunidad la que en un momento determinado selecciona lo que debe ser conservado por los valores trascendentales de su uso y es en este preciso momento en que ese legado puede definirse como bien cultural.  La comunidad de Liberia desde hace aproximadamente noventa años escogió los aperos de montar diseñados y creados por don Pichico, en el taller de talabartería La Industrial, como propios y parte importante de su autoestima social desde las funciones primitivas de la sencilla Liberia hasta los topes de toros de las fiestas liberianas de hoy día y bien apreciados por el hipismo nacional en los desfiles hípicos, conocidos en toda Costa Rica, menos en Liberia, como "Topes".

 

Apuntes Finales

 

"La fe dignifica la vida y el amor, en cuanto nos revela su sentido de orientación, proyectándolos hacia la trascendencia, hacia la eternidad" - Mons. Vittorino Girardi

 

        Si la formación del poblado de Guanacaste, hoy Liberia fue la prueba de madurez del proceso de constitución de las haciendas en el Valle del Tempisque al constituirse Liberia en su centro religioso (1768-1770), la existencia y éxito del taller de talabartería de don Pichico viene a ser 134 años después el auto reconocimiento por los pobladores de la ganadería como actividad eje de las actividades económicas y sociales de sus pobladores al constituirse los útiles aperos en piezas estéticamente finas y bellas para lucirlas en las fiestas liberianas.

 

        Luego de caminar la actividad del hilado y el tejido en forma atomizada en manos de los sabaneros en cada hacienda bajos los principios de la autosuficiencia y apoyada en el concepto de lo bueno y útil hasta la elaboración de guapas prendas para la fiesta hípica, muchos hombres trabajaron el cuero, la cabuya y la crin con gran calidad cuyos nombres deben ser objeto de otros apuntes pero es con don Pichico cuando se selecciona y determina en su taller lo bello incorporado a lo útil.

 

        Dibujar a don Pichico en su taller como el maestro que con Meme, Pastrana, Daniel, Manuel y Andrés tiñeron de belleza y de magia aquellos útiles aperos, obedece al conocimiento personal de su taller desde que tuve uso de razón hasta 1964 que cerró sus puertas... y por haber inyectado sus creaciones en los pobladores, el orgullo por la actividad económica que por años fue el sustento de sus familias.

 

        Estos apuntes lejos de ser una investigación, abren la puerta para incursionar y hurgar en el origen del pellón liberiano y el juego de aperos de cuchilla y del porqué nuestros antecesores los hicieron propios.

 

        Tomando lo manifestado por su vecina doña Emilia Clachar Hurtado y su sobrino político don Jorge Baltodano Guillén que don Pichico ya hacía pellones hace más de 85 años, podemos establecer que esa prenda tiene ya casi noventa años de lucir con orgullo en las fiestas de Liberia, en su primera etapa diseñados y elaborados en el taller de don Pichico y luego y hasta la fecha por sus discípulos especialmente Meme Valerín quien falleció el año pasado haciendo pellones casi hasta su partida.

 

        Si el último artesano de pellones ya sea en su elaboración como en su remonta fue Meme Valerín, es menester aunar esfuerzos para recuperar la técnica constructiva de los pellones y el juego de aperos de cuchilla y proyectar el apero hacia su centenario dentro de la corriente del emprededurismo y su resultado, la micro empresa y porque no, el subsidio en la capacitación de parte del Ministerio de Cultura.

 

        Si bien el pellón liberiano fue concebido y usado en las calles de las fiestas de Liberia desde hace casi 90 años, luce coqueto hoy en los desfiles de caballos de Costa Rica mal llamados topes, lo que ha originado la expresión... ¡Ahí vienen los empellonados! como decían cuando mi hermano Maykel, Omar Castillo y otros montaban con orgullo esos vernáculos aperos en las fiestas cívicas patronales de nuestro país.

 

        El pellón liberiano es amo y señor de los topes de toros de Liberia todo los días de fiestas al ser las 12.00 meridiano en el Puente Real y su paseo hasta el toril de la barrera, declarado patrimonio cultural inmaterial liberiano y guanacasteco por decreto No 37607 C publicado en la gaceta 79 del 25 de abril del 2013, tomando en cuenta que el tope de toros de Liberia está acompañado de expresiones... artesanales propias de la talabartería tal es el uso de albardas, pellones y otros aperos en los caballos.

 

        El PELLON LIBERIANO y su complemento EL JUEGO DE APEROS DE CUCHILLA diseñados en el taller de talabartería de don Pichico y proyectados por Meme Valerín y demás discípulos de su arte, constituye un bien cultural símbolo de Liberia y de Costa Rica y así debe de declararse.

 

        Las crines que se comenzaron a tejer y e hilar en la casa-taller de don Pichico hace casi noventa años en la Calle Real del barrio Condega de Liberia han hilvanado también el corazón de los y las liberianas que todos los mediodías de las fiestas de Liberia junto con la gigantona, el enano, el diablo, la muerte quirina y a ritmo de parranderas van a topar los toros al Puente Real para llevarlos al toril con la convicción que en Liberia se hilvana lo útil, lo bello... y lo mágico.

 

        La casa-taller de don Pichico se conserva sobria y elegante en la Calle Real de Liberia como parte de unos de los conjuntos arquitectónicos mejor conservados de Costa Rica vista por los lugareños como casa histórica no sólo por su estilo constructivo de bahareque, teja y guarniciones de pochote que representan la arquitectura de tierra de Liberia, sino por la huella artesanal de don Pichico y sus discípulos que hicieron de lo cotidiano, prendas de gran belleza para darle color a la fiesta hípica liberiana.

 

        Es alentador que del barrio Condega de Liberia que viví desde cuando tuve "uso de razón" hasta mis catorce años y que aquí recreo, apoyado un poquito más atrás en las vivencias de Juan Gabriel Zúñiga Clachar, José Ángel Contreras, más, más atrás de José Pastrana y Jacinto Villegas y más, más y más atrás con las vivencias de Emilia Clachar, Jorge Baltodano y Daniel Guillén Centeno; se conserva el espíritu de esa Liberia que desarrolló sus actividades en torno a la ganadería como medio de subsistencia y generadora de un estilo de vida que estimuló esas pequeñas cosas añejas... a la vez actuales que han pasado de lo útil a lo bello y hasta lo mágico y que revivimos todos los años con los topes de toros en el Puente Real, la burra, la horchata y la chicha en actividades religiosas y sociales, el arroz de maíz con cuadrado o plátano, las tortillas dulces y rosquillas en sus actividades comunales, la pasada del niño, el rezo de San José donde los Peña, etc., etc., y que a pesar del tequio que representa, viven en casa de bahareque y teja y tablones de madera, puertas del sol, aleros, vigas y guarniciones de pochote que han servido para definir el estilo constructivo vernáculo de Liberia.

 

        Detrás del taller de don Pichico, de sus aperos, de la arquitectura de tierra representada por edificios y casas patrimoniales como La Gobernación, la casa Zúñiga Clachar, La Casa de la Cultura, el Puente Real, la Escuela Ascensión Esquivel, de los topes de toros, de las tradiciones sociales y religiosas, de las comidas, hay todo un mundo de conductas, actitudes, aptitudes y actividades humanas como hipismo, artesanado del cuero y de la crin, boyeo, sabaneo, arreo, construcción en adobe y bahareque, cocina, y principalmente FE, profunda FE en el ayer, el hoy y el mañana del Barrio Condega y de la bicentenaria Liberia.

 

 

LA MANO PELUDA.

Liberia 1 de julio del 2014.