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Centro de Investigación y Conservación

del Patrimonio Cultural

Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PROYECTO

INVENTARIO ARQUITECTÓNICO

CIUDAD DE CARTAGO,

PROVINCIA DE CARTAGO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RESEÑA HISTÓRICA DEL CASCO ANTIGUO

DE LA CIUDAD DE CARTAGO

 

Elaborada por: Carlos Luis Fallas Pastor,

Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural

 

 

INTRODUCCIÓN

 

La siguiente es una descripción del desarrollo que desde la colonia tuvo la ciudad de Cartago.  El propósito ha sido identificar los rasgos sobresalientes de la historia arquitectónica para sistematizar un conocimiento que de una forma u otra es muy extendido, pero que no está concentrado en un mismo escrito.  Es por ello que se ha prescindido casi totalmente del uso de fuentes primarias.

 

El informe inicia con el recuento de la fundación de Cartago, el proceso de consolidación del espacio urbano y la identificación de las características generales de las edificaciones.  Todo esto desde fines del siglo XVI y durante el siguiente.  Posteriormente se revisa lo más relevante de los siglos XVIII y XIX, en donde destacan los procesos de crecimiento urbano y de renovación y diversificación de materiales y tecnologías constructivas.  El siglo XX se revisa en dos partes; la primera como consecuencia del Terremoto de Santa Mónica, del 4 de mayo de 1910, ya que es un hecho fundamental en la conformación física del Cartago actual; finalmente, se analiza el desarrollo urbano de la segunda mitad del siglo, cuando en todo el Valle Central se vivió un proceso sostenido de urbanización.  Al final se retoman las consecuencias más evidentes y se agrega la bibliografía consultada.

 

I.  De adobes y tejas: La conformación del casco antiguo de la ciudad.

 

Poco más de medio siglo se había extendido el proceso de consolidación de un asentamiento duradero en lo que sería la actual Costa Rica, desde que en 1524 se hubiera fundado Villa Bruselas, primer antecedente de la ciudad de Cartago.  Tarde y escasamente había llamado la atención de los conquistadores esta tierra, debido a la evidente carencia de metales preciosos y de indígenas, al fin y al cabo, verdadero aliciente de los europeos para cruzar el océano.  Efectivamente, las primeras excursiones exploratorias se dieron hacia la primera década del siglo XVI, pero un interés real solamente nació cuando por fin se comprobó la istmicidad de la región con el descubrimiento de la Mar del Sur u Océano Pacífico, en 1513, a través de Panamá.  Así los contactos se fueron dando, más o menos prolongados y más o menos exitosos, lo cierto es que desde 1524, pero principalmente desde 1540, varias poblaciones fueron fundadas en distintos puntos del territorio para ser después trasladadas y abandonadas, y fue hasta 1575 cuando por fin Cartago tuvo su sede definitiva después de haber sufrido, ella misma, algunos traslados, desde que en 1561 fuera fundada por Caballón con el nombre de Garcimuñoz y asentada en Mata Redonda.

 

Como era el uso y la costumbre española de urbanización, el asentamiento fue diseñado en forma de damero.  Como nos informa el historiador Franco Fernández, "la estructura urbana de Cartago no va a variar a la costumbre colonial española [...].  La Plaza Real ocupa la parte central del plano urbanístico, por lo tanto alrededor de la misma se va a Instalar el Cabildo y la principal iglesia.  En el caso de Cartago, al norte de la misma estará el cabildo, y al Este la parroquia del Patrono Santiago.  La casa de los gobernadores y de los principales funcionarios de gobierno, así como los principales conquistadores tendrán sus asientos alrededor o muy cerca de la Plaza Real" (Franco Fernández Esquivel.  Apuntes para una historia urbana de la ciudad de Cartago. Calle "Juan de Ocón y Trillo" (Hoy calle 29 de octubre - 2ª) 1983.  Mimeografiado.  p, 4.  En adelante, cualquier observación que se escriba en paréntesis así [ ] es mía).

 

En las ciudades coloniales americanas la disposición de las propiedades reproducía también una determinada forma de relaciones sociales, ya que la legislación indiana reconocía el rango a los fundadores "mediante la ubicación de solares cerca de la Plaza e iglesia mayores" (Arnaldo Moya Gutiérrez, Cultura Material y Vida Cotidiana: El entorno doméstico de los vecinos principales de Cartago (1750-1820).  En: Héroes al Gusto y Libros de Moda: Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750-1900).  Iván Molina y Steven Palmer (Eds.).  San José, Editorial Porvenir Plumsock Mesoamerican Studies.  1993.  P.14.) y así la mayor cercanía de las viviendas a esos lugares daba a su dueño mayor reconocimiento social y prestigio.

 

Hacia principios del siglo XVII, la ciudad de Cartago estaba formada por 30 cuadras habitadas, en las que había 57 propiedades y muy posiblemente, 57 casas.  Ya entonces se reconocían la mayor cantidad de espacios dedicados albergar a aquellos edificios que se convertirían en los hitos urbanos históricos que incluso permanecen hasta la actualidad.  Ese primer casco urbano ya consolidado, se aprecia en el plano 1, y abarcaba un rectángulo de cinco cuadras de ancho desde la actual avenida 6 (Con el propósito de lograr la mejor orientación posible tanto en el plano como en el terreno, la numeración utilizada para designar las calles y avenidas corresponde a la numeración vigente en la actualidad) o Calle de la Línea, en el norte, hasta la avenida 5 al sur; y siete cuadras de largo, desde la calle 7 al oeste a la calle 8 al este.

 

Entre los hitos urbanos reconocibles estaba la cuadra en la que se levantaron el cabildo y la casa del gobernador, que es la misma en la que hoy se localiza el Palacio Municipal de Cartago.  También se aprecian la Plaza Mayor, el templo de la Parroquia y el de los Franciscanos, los tres en las mismas ubicaciones de la actualidad y donde han permanecido desde entonces.  En el plano también se puede observar la ermita de San Juan de los Navoríos, ya inexistente en la actualidad y que se ubicaba en donde hoy está la sede de JASEC y donde, también, hasta hace pocas semanas estuvo la casa de Manuel de Jesús Jiménez.

 

Estas construcciones las describe Fernández Esquivel como "de adobes y tejas, sin protección ni prevenciones para su buena conservación, tanto es así que a principios del siglo XVII la iglesia Parroquial de Santiago, frente a la calle "Juan de Ocón y Trillo" [hoy calle 2] se derrumbó por mal conservada y mal construida"(Franco Fernández.  op.  cit.  p, 8).

 

Esta información nos permite acercamos al conocimiento de las construcciones de la época.  Si bien no se describen las edificaciones privadas, es posible inferir que las casas dentro del casco urbano eran también de adobes y tejas, no obstante difícilmente estuvieran en las mismas pobres condiciones de los edificios públicos, porque sus moradores y usuarios eran miembros de la naciente aristocracia cartaginesa, descendientes de los primeros conquistadores, e inclusive conquistadores ellos mismos, como Juan Solano, quien habitaba en la mitad norte de la cuadra número cuatro en el plano, o sea, detrás de la casa del gobernador y sobre la calle que llevaba su propio nombre.  Lo anterior significaba que los pobladores de esta zona se procurarían para sí y su familia una vivienda digna de su condición social y económica, la cual, además, les permitía dar el debido mantenimiento a sus edificaciones  Por otra parte, en las afueras de la ciudad eran concentradas las viviendas de los desplazados -pardos, mulatos y negros libres- (Rina Cáceres Gómez.  La Puebla de los Pardos en el Siglo XVII.  En: Revista de Historia.  Costa Rica, Universidad Nacional, Universidad de Costa Rica, julio / diciembre de 1996, p, 34) carentes del estatus y los medios para procurarse un albergue apropiado, habitaban ranchos pajizos, cuya construcción respondía a materiales y tecnologías más próximas a las tradiciones locales.

 

Hacia finales de aquel siglo, aunque la ciudad de Cartago pasaba muy de largo del esplendor de otras ciudades del continente, el centro urbano se evidenciaba ya consolidado como tal y aunque mostraba un crecimiento significativo, eran los barrios de la gente del común los que fundamentalmente se había extendido: hacia el oeste, el Navorío crecía en las cercanías de la ermita de San Juan.  También se habían expandido de algunas cuadras al sur del casco urbano, sobre la calle 2.  Pero el más vigoroso ensanchamiento se dio hacia el barrio de La Gotera o como se llamó hacia el fin del siglo, la Puebla de los Pardos, al este de la ciudad y que contaba con un templo para el culto a la Virgen de Los Ángeles (Fernández.  op. cit.  pp. 10-16).

 

Otro cambio muy importante fue el inicio de un proceso de fraccionamiento de las propiedades originales del casco urbano, lo cual empezó a evidenciarse ya, aunque incipiente, hacia la mitad, del siglo XVII, cuando se documentaron propiedades menores al cuarto de manzana (Ibíd.  p. 1).  Ello probablemente relacionado con un reparto de las propiedades ancestrales entre los herederos y el deseo y la conveniencia de estos herederos de mantener el domicilio en las áreas geográficas relacionadas con el poder y el prestigio.

 

Entre las novedades arquitectónicas más relevantes que encontramos a finales del siglo XVII estaba el levantamiento de dos nuevos templos.  Uno, dedicado a La Soledad y que se había erigido ya para 1630 y ubicado dos cuadras al este de la Parroquia, en donde se ubicó también el hospital durante algún tiempo, espacio que fue un hito urbano hasta 1910, cuando fue destruido por el terremoto, entonces el espacio pasó a ser la Plaza de la Soledad, lugar en donde en la actualidad está localizado el edificio de los Tribunales, o sea, sobre la calle 8, entre las avenidas 1 y 3.  El otro templo, es el de San Nicolás, construido en la década de 1640 (Ibíd.  pp. 10, 12) dos cuadras hacia el oeste del Cabildo.  En este lugar está hoy la iglesia de El Carmen, o sea, en la esquina de la calle 5 y la avenida 2.

 

Como vimos, el casco central de la ciudad ya estaba conformado prácticamente a mitad del siglo XVII, siendo el templo de la Virgen de los Ángeles uno de los últimos hitos urbanos en levantarse, e incluso en reconocerse, ya que hacia 1650 aún era una edificación muy pobre y una devoción poco extendida (Rina Cáceres Gómez.  op. Cit.  p. 85) además, seguía siendo un área segregada del casco urbano.

 

La ciudad de Cartago que llegó al siglo XVII fue una ciudad primada, y ello en virtud de la legislación indiana, que daba tal título a las poblaciones americanas fundadas por los conquistadores, y no porque haya tenido una prosperidad material que la hiciera merecedora de esa condición.  No en vano aun en 1719, Diego de la Haya la describía como despoblada, pobre y pequeña (Arnaldo Moya Gutiérrez.  op.  cit.  p.13).  Pese a ello, la ciudad de Cartago que despidió al siglo era una entidad totalmente conformada y consolidada, que no dejaba de desarrollarse y de recrear relaciones sociales entre sus pobladores, el desarrollo material por supuesto, estaba determinado en gran medida por la situación general de olvido relativo que caracterizó a la provincia colonial.

 

II.  La más antigua ciudad, a la cual no puede vérsele la edad: Siglos XVIII y XIX.

 

Durante el siglo siguiente se mantuvieron las tendencias ya explicadas, por ejemplo, en el Barrio Los Ángeles las casas siguieron siendo pajizas y las calles siendo simples trazos en el terreno (Fernández.  op.  cit.  pp. 20-21).  Pero por otra parte, la existencia de calles bien delineadas como las del casco urbano, no eran garantía de ausencia de problemas.  Al contrario, la ciudad se caracterizaba por tener una serie de inundaciones y deficiencias de suministro de agua debidos a que las acequias que proveían este recurso corrían a cielo abierto por entre las diferentes propiedades y era normal que algún vecino intentara varias acciones con los riachuelos, desde tratar de secarlos, o desviarlos hasta estancarlos para su propio beneficio.  Por otra parte, la época lluviosa provocaba que se desbordaran por las calles citadinas las acequias de desagüe.  Esta situación prevaleció hasta el final de la centuria, cuando en la década de 1780 se empedraron las calles con lo cual se organizaron los desagües urbanos (Ibidem.  pp. 21-22).

 

Durante este siglo, el material más utilizado en la construcción de las edificaciones públicas y privadas del casco urbano, continuaba siendo el adobe con cubierta de tejas; en 1719 el gobernador De la Haya daba cuenta de "setenta casas fabricadas de adobes de tierra y cubiertas de teja" (Citado por Arnaldo Moya.  op.  cit.) y en 1752 se contaron 97 casas de este material y 41 de paja (Fernández.  pp. 20-21).  Esto indicaba que la ciudad continuaba expandiéndose y abarcando los villorrios y caseríos aledaños, y tal vez, aunque poco probable, era que algún que otro rancho pajizo se levantó a pocas cuadras de la Plaza Mayor, para escándalo de los vecinos principales cartagineses.

 

Un hecho que merece ser nombrado es que para 1752 el barrio del Laborío aunque seguía creciendo no contaba ya con su iglesia, o sea, la de San Juan.

 

Al igual que venía sucediendo con anterioridad, a inicios del siglo XIX se notaba un crecimiento de la ciudad que era más decidido fuera del casco central, ya que en éste se contaban tan solo cuarenta cuadras habitadas para aquel entonces (Moya, op. cit. p. 12).  Este proceso pareciera mantenerse en el tiempo, porque aún en la actualidad el nodo central de la ciudad se ha modificado poco.  Ya entrado el siglo XIX, en 1824 Cartago seguía con "acequias de agua de fuentes [que] discurren por todas las calles, [Y contaba con] 7 iglesias medianamente decentes" (Citado por Moya, p. 13), las cuales, en opinión de J. L. Stephens, más bien eran "grandes e imponentes" (J. L. Stephens.  Incidentes de Viaje en Centroamérica Chiapas y Yucatán.  San José, Editorial Costa Rica.  1968 p. 332), según las describió en 1840.  Según este viajero, "las casas tenían circulados sus patios con paredes tan altas como ellas mismas; y su quietud era extraordinaria.  [...] una larga calle [...] y las calles transversales, que se extendían a una gran distancia de ambos lados, estaban desoladas" (Ibidem).

 

Al promediar la centuria, la fisonomía de la ciudad mostraba ya un cambio importante en cuanto a la extensión de las propiedades, las cuales "cedieron ante la repartición de bienes y la tónica sería la fragmentación del patrimonio familiar" (Moya, op. cit.).  Para esta centuria es necesario destacar dos hechos que incidieron directamente en la arquitectura de la ciudad: el terremoto acaecido en 1841 y la inundación de 1891.  El sismo, conocido como de San Antolín, tuvo unas consecuencias de tal magnitud que, de acuerdo a Fernández Esquivel, de 600 casas más edificios públicos del centro de la ciudad, 291 se derrumbaron totalmente en el momento del evento, el resto presentaron daños estructurales tan serios que quedaron para ser demolidos, y solo doce casas quedaron en condiciones de ser reparadas (Fernández, pp. 25-28).  Según el análisis de este historiador, la ciudad debió ser reconstruida prácticamente en su totalidad.  De ello fue testigo el visitante Carl Hoffmann, quien en 1855 dijo de Cartago, que era "la más antigua ciudad, a la cual no puede vérsele la edad porque después de su destrucción total causada por el espantoso terremoto del 2 de diciembre (setiembre) de 1841. ha sido de nuevo completamente reconstruida" (Carl Hoffman.  Una excursión al volcán Irazú.  En: Viajes por la República de Costa Rica, Tomo II, pp. 166-167).

 

Es probable que la experiencia de esta tragedia incidiera en las decisiones para utilizar otros materiales constructivos en las nuevas edificaciones.  En efecto, en el siglo XIX se evidencia una diversificación de los materiales constructivos utilizados en las edificaciones, en donde junto con los tradicionales de la paja, los adobes, el bahareque, la madera, se extendía el uso de ladrillos o piedra, fundamentalmente en edificios de gran volumen, como el antiguo templo de San Nicolás -al igual que el último-, los templos de Los Ángeles, la Parroquia y El Carmen, el Palacio de Justicia Centroamericana, el Mercado, el Palacio Municipal, la Escuela de Párvulos, el Cuartel Principal, el Chalet de los Troyo, entre muchos otros (Franco Fernández Esquivel.  Terremoto de Cartago 1910. Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.  Oficina de Publicaciones. 1974), todos los cuales fueron construidos en la segunda mitad de la centuria.  Las tejas eso sí, seguían predominando en las cubiertas, mientras que el piso "de muchas casas es de ladrillos [...] particularmente en Cartago, aún en casas ricas, se halla esta clase de solado" (Polakowsky.  En; Viajes por la república.  op, cit, p. 230.  El texto describe una situación de 1870).

 

III.  Siglo XX.

A.  El Terremoto de Santa Mónica: 1900-1950.

 

Durante las primeras décadas del siglo nuevo tendrá lugar un proceso determinante en la conformación arquitectónica de la ciudad.  Primeramente, fue el ciclo sísmico de más de un mes que vivió el país en general, pero Cartago muy especialmente, y que se inició el día 13 de abril de 1910, pasado el medio día y que tuvo su punto culminante, pero no final, el día 4 de mayo siguiente, cuando acaeció el Terremoto de Santa Mónica.  Esta situación sísmica crónica fue un proceso de debilitamiento de la resistencia de las edificaciones de la ciudad y los alrededores, al punto que "podría decirse que para el día cuatro de mayo, el 60% de las construcciones de la antigua capital se encontraban en ruina, por lo que la mayor parte de sus moradores permanecían en las construcciones provisorias" (Franco Fernández Esquivel. Terremoto.  Los terremotos de Cartago en 1910.  Documento fotográfico.  Cartago, Uruk Editores.  1995.  p. 36).  De tal forma, la devastación provocada por el Terremoto de Santa Mónica, fue más bien el golpe de gracia a unas construcciones que estaban estructuralmente socavadas y que probablemente igual habría habido que demolerlas y reconstruirlas por el irreversible mal estado en que habían quedado durante este ciclo sísmico.  La cantidad de muertes no es posible establecerla, pero fue con certeza de varios centenares.

 

El desastre fue generalizado y obligó a la reconstrucción de la ciudad.  Del análisis de los álbumes fotográficos publicados por Fernández, es posible determinar algunos hechos importantes, con respecto al casco antiguo de la ciudad.  Por ejemplo, los templos católicos en su totalidad fueron abatidos en este proceso, por lo que no hay ninguno en la ciudad que tenga más de noventa años.  El templo de la Parroquia estaba aún en construcción desde que el Terremoto de San Antolín provocó su derrumbe, y posiblemente por el esfuerzo necesario para reconstruir la ciudad, en 1910 se postergó indefinidamente su reedificación, al punto que hoy la conocemos como "Las Ruinas de Cartago".  La iglesia de San Francisco y el convento fueron reconstruidos e inaugurados prontamente, ya que para octubre de 1911 (Jesús Mata Gamboa.  Monografía de Cartago.  Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica.  Reproducción de la 1ª Edición. 1999. p. 196) se estaban inaugurando  No obstante, el templo actual data de hace aproximadamente cuarenta años.  La Iglesia de Los Ángeles quedó completamente dañada y fue demolida para poder reconstruirla, acción culminada a fines de la década de 1920.

 

La antigua Iglesia de El Carmen no fue edificada otra vez en el mismo sitio.  En la actualidad se encuentran en algunos negocios comerciales ubicados en ese espacio frente al Cuartel.

 

El caso de la Iglesia de San Nicolás es un poco particular.  Habla sido abandonada a principios del siglo XIX cuando "solamente quedaban en pie sus paredes".  Después del Terremoto de San Antolín fue reconstruida, pero aparentemente era muy pequeña y se edificó un nuevo templo más cómodo que se consagró en setiembre de 1883.  En el Terremoto de Santa Mónica la estructura que tenía poco menos de treinta años sufrió daños severos que obligaron a una nueva reconstrucción, esta vez de metal y bajo la denominación de Iglesia del Carmen, porque se fundó una iglesia nueva en la localidad de San Nicolás (Ibíd.  pp. 375-376), Por último, el templo que existe en la actualidad es aún más reciente.

 

La Iglesia de la Soledad no fue reconstruida nunca más, en su lugar quedó la que se llamó Plaza de la Soledad, hasta que el espacio fue ocupado para levantar el edificio de la Corte Suprema de Justicia.  Por último, la ermita de María Auxiliadora fue también demolida y construida la actual edificación (Gerardo Vargas Cambronero.  Estudio para Declaratoria de la Capilla de María Auxiliadora como Patrimonio Histórico Arquitectónico, Ley 7555.  Expediente Histórico. Centro de Investigación y conservación del Patrimonio Cultural, 1996).

 

El plano 2 detalla las áreas arrasadas por el Terremoto de Santa Mónica.  Haciendo un recorrido de oeste a este sobre las avenidas del casco antiguo, a partir del estudio de las fotografías es posible determinar (La identificación de las áreas y edificios destruidos y la información de las edificaciones antiguas y las construidas posteriormente se realizaron a partir de las dos obras de Franco Fernández Esquivel y la de Jesús Mata Gamboa) que sobre la avenida 6 o Calle de la Línea fueron destruidos el Mercado, la antigua Iglesia de El Carmen -como vimos-, el Chalet de los Troyo, el Cuartel Principal y muchas casas.  El Mercado fue reconstruido y donde estuvo la Casa Troyo existió después un hotel.

 

Sobre la avenida 4 se evidenciaba en la esquina de la calle 7, que la devastación fue total en las cuatro direcciones hasta por lo menos la mitad de las cuadras; en la esquina siguiente se determina que el edificio junto a la Casa Pirie quedó totalmente en ruinas, igual que el edificio antiguo del San Luis Gonzaga, sobre la calle 3, donde hoy está el Mercado de Carnes, finalizado en 1928.  También fueron arrasados los edificios localizados detrás de la Municipalidad.

 

En la Avenida 2, quedaron en ruinas el antiguo COVAO o María Auxiliadora, la cuadra de la iglesia de San Nicolás y la siguiente, a ambos lados.  En esta se encontraban la Escuela de Párvulos, otra escuela primaria y un teatro.  Hoy se encuentran la Antigua Biblioteca Pública y que fuera primera sede del Banco Crédito Agrícola de Cartago, edificio que ya estaba construido en 1928; y el Club Social, construido entre 1926 y 1928.  Continuando al este, fueron destruidas la cuadra de la Municipalidad y la siguiente y la cuadra detrás de la Parroquia, donde hoy existe una bomba de gasolina y la mayor parte de las construcciones hasta llegar a la Basílica de Los Ángeles.  También se derrumbó gran parte de la cuadra donde hoy está la Escuela del Padre Peralta, inaugurada el 30 de setiembre de 1917.

 

Continuando con la Avenida 1, en la esquina de la calle 5, se evidencia la destrucción, así como en el costado sur del parque central y el cuadrante del Sagrado Corazón.  No tenemos información sobre los daños que sufrió la cuadra donde está la Escuela Jesús Jiménez, no obstante, el edificio data de 1915.

 

Por último, sobre la avenida 3 en la esquina de la calle 5 hacia el norte se notaba una devastación que llegaba casi hasta la Avenida 1.  En esta esquina se construyó una casa estilo Victoriano que habitó Manuel de Jesús Jiménez, la cual fue destruida recientemente; al norte de ella, están hoy día las oficinas de JASEC.  Adelante se veían los restos de la Corte Centroamericana, en donde hoy está el edificio principal del Colegio San Luis Gonzaga y cuatro cuadras más al este se encontraban el convento de los Capuchinos, El Sagrado Corazón y la esquina noreste de la actual Ascensión Esquivel totalmente destruidos.

 

A partir del análisis de la información gráfica es posible precisar con certeza que entre un 30 y un 40% de la ciudad fue destruido por el terremoto de 1910, no obstante, la información textual es más radical y habla de destrucción casi total.  Si se parte de que las fotografías al alcance muestran una parte muy importante de lo acontecido, es posible colegir que aunque no se cuente con información gráfica completa; la destrucción debió haber sido tanta como la describen los testimonios de la época.

 

Dos consecuencias del ciclo sísmico, deben recalcarse.  Por una parte, las autoridades locales y nacionales decidieron aprovechar los escombros y macadamizaron las calles de Cartago "que para los entendidos de la época, eran materiales de una inmejorable calidad para cubrir las calles, convirtiéndose de esta manera la ciudad de Cartago, en la población de mejores vías del país" (Fernández.  Terremoto.  Los Terremotos de Cartago. op. cit. p. 84); por otra parte, la utilización de planchas metálicas para la edificación de viviendas, actividad facilitada probablemente por la exoneración de materiales de construcción que tuvieran mayor resistencia a los sismos y por tanto fueran más seguros.  Es este uno de los rasgos más característicos de la arquitectura cartaginesa, que desde la segunda década del siglo anterior cuenta con una gran cantidad de viviendas elaboradas con este sistema industrial, lo cual le da una apariencia distintiva a la ciudad con respecto a otras del país.

 

B.  La ciudad se ha renovado: 1950-2000.

 

Lo cierto es que los cartagineses se dedicaron durante las primeras décadas del siglo XX a reconstruir la ciudad y los sectores fuera de ella que padecieron las consecuencias del sismo y lo importante en este punto es como fue el desarrollo urbano de Cartago en la segunda parte de la centuria.

 

Para la década de 1960 se evidenciaba un crecimiento de la ciudad en general, con un incremento muy importante de viviendas y de habitantes, transformándola en zona residencial, no obstante, la actividad comercial se concentraba en el nodo central, esto es "al norte hasta la vía férrea que es una barrera artificial, al este hasta la calle 10, al sur de la avenida 3, en donde la Plaza Iglesias, Colegio San Luis Gonzaga las escuelas Ascensión Esquivel y Jesús Jiménez y los conventos del Sagrado Corazón de Jesús y San Francisco, limitan la expansión, y al oeste hasta la calle 7.  Además, se dice que la avenida 4 es la principal arteria de comercio en la ciudad" (Jaime Brenes Valverde y Guillermo Zúñiga Leitón.  Evaluación de la Ciudad de Cartago como núcleo Urbano.  Tesis de Licenciatura en Ingeniería Civil.  Facultad de Ingeniería, Universidad de Costa Rica.  1985. pp. 29-30).  Como vemos, si bien la ciudad de Cartago como conjunto se convirtió en un área residencial -a diferencia de otras ciudades como Heredia o San José-, el casco histórico sufrió un proceso inverso, ya que se concentró en él la actividad comercial en detrimento del habitacional.  A mediados de la década de 1980 el panorama continuaba muy parecido, ya que en el área comercial ubicada a lo largo de las avenidas 2 y 4 se localizaban la mayor cantidad de establecimientos, que proveen a los habitantes de la ciudad, urbanizaciones y distritos vecinos, y también a otras poblaciones mayores aledañas (Jaime Brenes Valverde, etc., 20-30).  En los inicios del siglo XXI no se vislumbra una gran diferencia, aunque posiblemente se note una mayor presencia de locales expendedores de comidas.

 

Otra actividad que ya hace veinte años empezaba a propagarse, que, además, desplazaba el uso habitacional de las otras áreas de la ciudad, incluyendo la zona no comercial del casco histórico, es la de servicios.  Según los ingenieros Brenes y Zúñiga, alrededor de 1985 "[...] la mayoría de estos servicios [primarios, privados y públicos] se concentran el sector central de la ciudad, que corresponde a los distritos Oriental y Occidental [...] en estos dos distritos se concentra más del 74% del área destinada a esta actividad" (Jaime Brenes etc. p. 34.  El dato es con respecto al área urbana del cantón de Cartago y los distritos urbanos colindantes de los cantones vecinos).

 

Estos autores analizan los sistemas constructivos y el estado de conservación de las edificaciones del área urbana de Cartago para dos años diferentes, 1961 y 1985.  Si bien su información se refiere para una zona mucho mayor que el casco urbano, es importante notar que en la década de 1960 "más del 70% de las construcciones eran de madera, y en segundo lugar lo constituían las edificaciones de bahareque o adobe con un 10.4% [...] el concreto [...] se incluye en una categoría denominada "otros" con un 0.1%" (Brenes y Zúñiga, pp. 52-53).  Por otra parte para final del siglo determinan que en esta misma zona el concreto se utilizaba en la mitad de las construcciones, que una cuarta parte de todos los edificios eran de madera, que un 17% era de materiales mixtos; el metal apenas superaba el cinco por ciento y el adobe el tres por ciento (Brenes y Zúñiga.  p. 52).  Finalmente, afirman "que en realidad la ciudad, se ha renovado en las últimas dos décadas y no sólo eso, sino que mejoró el estado general de sus construcciones" (Brenes y Zúñiga.  p. 49).

 

Las aseveraciones de estos dos profesionales dan pie para deducir que actualmente en el casco histórico de Cartago se concentra la mayor cantidad de edificios de valor arquitectónico de la ciudad, ya que su renovación arquitectónica ha sido un proceso muy vigoroso durante el siglo XX, con dos momentos muy claros, uno en los años posteriores al Terremoto de Santa Mónica y otro en las décadas de 1960 y la mitad 1970, que muy posiblemente se había iniciado desde los años cincuenta, de forma que coincidiría con el proceso urbanizador que vivió el país en esa época.

 

A la luz de lo expuesto, de la demolición reciente de las casas Del Valle Hasbum y la de Manuel de Jesús Jiménez, y de la inquietud de los pobladores y ciudadanos cartagineses, se nota claramente que la ciudad de Cartago y fundamentalmente su casco histórico está sufriendo actualmente una presión sostenida por renovarse, en respuesta a las tendencias contemporáneas de demanda y oferta de servicios que se brindan en edificaciones que requieren una versatilidad que no tienen las construcciones cartaginesas que pronto serán centenarias.  El sector comercial, por ejemplo, presenta en la actualidad un gran dinamismo (o inestabilidad), de manera que en un mismo local podría ser ocupado consecutivamente por varios negocios en un espacio corto de tiempo, y cada uno de ellos requiere de una disposición diferente de espacios interiores y de decoración externa.  Esto generalmente se solventa con edificaciones muy espaciosas, donde las divisiones internas son muy provisionales y los exteriores facilitan la exhibición de una marca.  Esto no es fácil ni expedito en inmuebles con muchas divisiones y diseñadas para durar muchos años, tal como las viviendas del casco antiguo de la ciudad.

 

IV.  Conclusiones.

 

Varias podrían ser las conclusiones de este informe.  No obstante, en lo que específicamente atañe al inventario de inmuebles de la ciudad de Cartago, se puede decir que:

 

1)      El trazado del casco urbano de la ciudad se ha mantenido históricamente con pocas variaciones, siendo ubicado básicamente en el norte, desde la Avenida 6 o Calle de la Línea, hasta la Avenida 5, o sea, el Colegio San Luis Gonzaga y el templo de San Francisco.  Desde el oeste en la calle 7 y en el este la calle 10, donde están los Tribunales.  Por razones obvias de integración, hemos extendido los límites desde la Capilla de María Auxiliadora hasta la Basílica de Los Ángeles.

 

2)      A través de su historia, Cartago ha sufrido varias destrucciones prácticamente totales debidas principalmente a terremotos, además, ha sufrido inundaciones y erupciones volcánicas.  La última catástrofe que provocó la renovación de la ciudad acaeció en 1910 y tuvo como consecuencia no solo la reconstrucción de la ciudad, sino la utilización casi masiva de la tecnología de plancha metálica, muchas veces adquirida por catálogo, como respuesta a la prevención de nuevas vicisitudes.

 

3)      Al igual que el resto del área metropolitana y muchas cabeceras de cantón en el país, Cartago vivió en la segunda mitad del siglo XX un proceso de urbanización que extendió considerablemente el área construida en los distritos Occidental y Oriental.  No obstante, pareciera que el casco antiguo no tuvo cambios significativos, aunque sí se ha transformado su uso.

 

4)      Finalmente, se ha evidenciado recientemente que el casco antiguo que pocas transformaciones habían sufrido históricamente, vive en la actualidad una seria presión que pone en riesgo real la preservación de los inmuebles históricos y de valor arquitectónico.

 

Bibliografía.

 

Brenes Valverde, Jaime. Zúñiga Leitón, Guillermo.  Evaluación de la Ciudad de Cartago como núcleo Urbano.  Tesis de Licenciatura en Ingeniería Civil.  Facultad de Ingeniería, Universidad de Costa Rica, 1985.

 

Cáceres Gómez, Rina.  La Puebla de Los Pardos en el Siglo XVII.  En: Revista de Historia.  Costa Rica, Universidad Nacional, Universidad de Costa Rica, julio / diciembre de 1996.

 

Fernández Esquivel, Franco.  Apuntes para una historia urbana de la ciudad de Cartago.  Calle "Juan de Ocón y Trillo" (Hoy calle 29 de octubre - 2a).  1983.   mimeografiado.

 

Terremoto de Cartago 1910.  Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.  Oficina de Publicaciones U.C.R.  1974.

 

Terremoto.  Los terremotos de Cartago en 1910.  Documento fotográfico.  Cartago, Uruk Editores, 1995.

 

Hoffman, Carl.  Una excursión al volcán Irazú.  En: Viajes por la República de Costa Rica.  Tomo II.  San José, Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Departamento de Publicaciones, Museo Nacional de Cosía Rica.  1997.

 

Mata Gamboa, Jesús.  Monografía de Cartago.  Cartago.  Editorial Tecnológica de Costa Rica.  Reproducción de la 1ª Edición, 1999.

 

Moya Gutiérrez, Arnaldo.  Cultura Material y Vida Cotidiana: El entorno domestico de los vecinos principales de Cartago (1750-1820).  En: Héroes al Gusto y Libros de Moda: Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750-1900).  Iván Molina y Steven Palmer (Eds.).  San José.  Editorial Porvenir Plumsock Mesoamerican Studies, 1993.

 

Polakowsky, Helmuth.  República de Costa Rica.  En: Viajes por la República de Costa Rica.  Tomo II.  San José.  Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Departamento de Publicaciones, Museo Nacional de Costa Rica.  1997.

 

Stephens, J. L.  Incidentes de Viaje en Centroamérica Chiapas y Yucatán.  San José.  Editorial Costa Rica.  1968.

 

Vargas Cambronero, Gerardo.  Estudio para Declaratoria de la Capilla de María Auxiliadora como Patrimonio Histórico Arquitectónico, Ley 7555.  Expediente Histórico, Centro de Investigación y conservación del Patrimonio Cultural.  1996.

 

 

Plano Nº 1.

Casco Urbano de la Ciudad de Cartago, 1608.

 

Plano Ib.jpg

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Fuente: Franco Fernández Esquivel.  Apuntes para una historia urbana de la ciudad de Cartago.

Calle "Juan de Ocón y Trillo"  (Hoy calle 29 de octubre - 2ª).  1983.  mimeografiado. p.5.

 

 

Plano Nº 2.

Áreas destruidas por el Terremoto de Santa Mónica, 1910.

 

Plano IIb.jpg

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Fuente: Franco Fernández E.

Terremoto de Cartago 1910.  Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.  Oficina de Publicaciones U.C.R.  1974 / Terremoto.  Los terremotos de Cartago en 1910.  Documento fotográfico.  Cartago, Uruk Editores.  1995.

 

 

1. ÉPOCA CONSTRUCTIVA.

 

 

Época 1

 

Época 2

 

Época 3

 

Época 4

 

Época Constructiva 02.jpg

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2. ESTADO CONSTRUCTIVO.

 

 

Bueno.

 

Regular.

 

Malo.

 

Pésimo.

 

Estado Constructivo 02.jpg

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3. GRADO DE PROTECCIÓN.

 

 

Grado de Protección 1.

 

Grado de Protección 2.

 

Grado de Protección 3.

 

Grado de Protección 02.jpg

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4. INTEGRIDAD.

 

 

Sin Transformar.

 

Poco Trasformada.

 

Trasformada.

 

Muy Trasformada

 

Tipología 02.jpg

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5. TIPOLOGÍA.

 

 

1.

 

2.

 

3.

 

4.

 

Tipología 02.jpg

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6. USO DEL SUELO.

 

 

Comercio / Vivienda.

 

Oficina / Común.

 

Comercio.

 

Educativo.

 

Religioso.

 

Salud.

 

Vivienda.

 

Común.

 

Judicial.

 

Oficina.

 

Sin uso.

 

Uso del suelo actual 02.jpg

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