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La vaca y la perica

 

Sr. Arcelio Vindas Meza.

Arvine.

León Cortés.

 

En el año de 1965, estando en actividad alcohólica, a pesar de ello, con mucho sacrificio mi esposa y yo ahorramos para comprar una vaca, pues tenía 3 hijos y la escasez de leche era mucha, eran tiempos difíciles y se ganaban pocos reales para mantener la familia, así que con esa idea en mi cabeza emprendí la partida en busca de un sustento para mis hijos.

 

Con mucha ilusión, entonces, pedí el caballo a mi papá y salí a las 5 de la mañana, camino al Cedral donde Sirilo Naranjo.  Al llegar cual fue mi sorpresa, no tenía vacas para vender, pero sí tenía una saca de contrabando y me invitó a un trago, y así uno tras otro me fui chispiando y en medio de las copas don Sirilo, se ofreció acompañarme a un pueblo cercano llamado San Martín, donde podía conseguir la vaca, emprendimos la marcha, al llegar nos encontramos con un turno, en medio del festín me encontré a un gran amigo mío llamado Francisco Granados conocido como "Mula", estaba desempeñando la labor de policía para controlar el orden del turno, en ese momento nos saludamos con mucha alegría, empezamos a conversar y nos invitamos a unos tragos, al rato se olvidó la vaca y gasté el dinero.  Al pasar de las horas había una carrera de cintas en la cual participé y el jinete no muy bueno por encima del caballo pasó.

 

Al son de la música el bailongo empezó, mi amigo y yo sin hacernos esperar ahí fuimos a parar, entre mujeres muy hermosas nos pusimos a bailar, en medio de aquella euforia un pleito se armó y Francisco y yo volábamos patadas y trompadas y una gran barra de hombres nos persiguió por todo el pueblo y gracias aun buen señor nos escondieron en el galerón del turno, hasta el anochecer, al ser las 7:30 p.m. nos alistaron las bestias y emprendimos el camino hacia el Cedral, íbamos tranquilos conversando sobre lo sucedido, cuando de pronto las bestias se espantaron y nos subió un escalofrío y el pelo se nos paró y en las ancas del caballo alguien subió y del caballo nos tiró y Francisco muy asustado gritó: son las brujas de la Lucha que nos quieren sorprender y las bestias corrieron sin que las pudiera alcanzar.  Nosotros muy asustados empezamos a caminar al término de dos horas encontramos los caballos camino a la Roca, a la orilla de un charral, cabalgamos, y llegando a la finca de Juanito Barquero una hermosa luna nos alumbraba, poniendo al descubierto los secretos de la noche, en la rama de un frondoso árbol se dejaba ver una gran perica y le dije a Francisco que me ayudara a atrapar la perica para no llegar con las manos vacías.

 

Al llegar a mi cada al filo de las tres de la mañana los trotes del caballo anunciaron mi llegada y mi esposa muy contenía con la olla en la mano para ordenar la vaca salió a recibirme, ¡cuál fue la sorpresa! que la tal vaca no era vaca sino perica.

 

Así termina la historia del hombre sin vaca y sin dinero a causa de unos tragos de más.

 

El licor sólo deja ruina, tristeza y desilusión.

 

Esta anécdota es verídica