| El Circuito de Turismo
  Cultural Limón, Cahuita y Puerto Viejo, constituye un esfuerzo por dar a conocer a la
  comunidad nacional, la riqueza cultural presente en esta sección del litoral
  caribeño de Costa Rica.   La
  zona representa, un crisol étnico en el cual conviven hasta el día de hoy
  importantes comunidades indígenas, afrodescendientes, originarios de Jamaica
  y chinos que arribaron desde el lejano Oriente hacia fines del siglo XIX.
  También durante todo el siglo XX hubo migración de mestizos procedentes del
  Valle Central y de otras regiones de nuestro país, que se asentaron a lo
  largo del litoral caribeño. Su mezcla y su coexistencia armoniosa hablan muy
  bien del limonense actual.   Desde
  la década de 1980 se ha producido una importante inmigración de europeos,
  estadounidenses y suramericanos hacia las zonas de Cahuita y Puerto Viejo.
  Esto ha convertido a la región en un verdadero mosaico pluricultural y
  multilingüe, tan amplio y variado como no lo existe en ninguna otra parte del
  país.   Todos
  estos grupos culturales interrelacionándose entre sí, han construido las
  edificaciones, han dado origen a una gastronomía muy particular y son los
  creadores de un sinfín de manifestaciones artísticas que van desde la artesanía,
  a la pintura, la danza, el teatro, y las composiciones musicales, entre
  otras.   La
  guía nos permite conocer quiénes son los creadores de arte en sus más
  diversas expresiones. Qué producen, cómo lo hacen, cómo adquirieron la
  destreza para realizarlo y algo fundamental, cómo se les puede conocer y
  contactar. Con la información publicada en esta guía, esperamos difundir su
  quehacer en un ámbito más amplio y así contribuir a la comercialización de
  sus obras y productos.   Finalmente es importante señalar que la guía pretendió
  ser lo más exhaustiva posible, en cuanto a la identificación de los creadores
  artísticos. Sin embargo, estamos claros de que muchos quedaron por fuera en
  razón de que no fue posible contactarlos. | 
 
  | El
  Circuito de Turismo Cultural Valle del Diquís constituye un esfuerzo por dar a
  conocer a la comunidad nacional, la riqueza cultural presente en una de las
  regiones del Sur de Costa Rica.   En la guía podemos reconocer una muestra de la arquitectura
  más valiosa de la zona, desde el punto de vista del patrimonio histórico
  arquitectónico y que tiene su mayor expresión en la edificada durante el
  período de la compañía bananera (1936-1984), con sus viviendas en madera de
  influencia victoriana.   También podemos observar una muestra del potencial que ofrece
  la región a nivel de sitios arqueológicos, evidencia y testimonio de la
  ocupación del suelo en tiempos precolombinos (1500 a C al 1500 d C). Con sus
  inigualables esferas de piedra, un elemento cultural que distingue a la zona
  del resto del territorio nacional y único en el mundo.   La zona representa además, un crisol étnico en la cual
  subsisten hasta el día de hoy importantes comunidades indígenas,
  mayoritariamente de ascendiente Boruca, en medio de grupos mestizos que se
  establecieron en la zona durante el siglo XX y que provenían del interior de
  la República y de países vecinos.   No podríamos tampoco olvidar la rica flora y fauna, propia del
  trópico húmedo que ha condicionado en mucho el desarrollo y poblamiento de la
  región.  Especial mención merece el
  caudaloso Río Grande de Térraba, el más extenso del país y a cuyas riberas se
  han establecido desde tiempos inmemoriales los más diversos y disímiles
  pobladores.   Finalmente la guía nos permite conocer quiénes son los
  creadores del arte en sus más diversas manifestaciones.  Qué producen, cómo lo hacen, cómo
  adquirieron la destreza para realizarlo y algo fundamental, cómo se les puede
  conocer. Con la información prevista en la guía esperamos que ellos puedan
  vender sus trabajos y recibir contrataciones, para así difundir el trabajo de
  la región y ayudarlos económicamente. | 
 
  | Cartago, la antigua y primera ciudad capital
  de Costa Rica, sufrió desde su fundación los embates y la fuerza de la
  naturaleza, manifestada varias veces en nuestro país por medio de fuertes
  temblores y terremotos. De todos estos fenómenos naturales salió siempre
  airosa, sobreponiéndose al dolor y a la pérdida humana y material. En 1910,
  tras los terremotos acaecidos el 13 de abril y el 4 de mayo, Cartago,
  nuevamente salió triunfante.   Hace cien años,
  el Cometa Halley iluminó el cielo, ilusionó al científico, angustió al lego.
  Arriba, él fastuoso. Acá el debate: la ciencia y la tradición discutían si
  las señales en el cielo profetizaban desgracias en la tierra. Y quiso la
  casualidad que fuera ese el contexto en el que nuestro país enfrentó una de
  las más serias tragedias humanas y materiales de la historia nacional, que
  puso a prueba la resistencia física y emocional de nuestros abuelos y
  abuelas, quienes supieron responder apropiadamente a las condiciones en que
  la vida les colocó en aquella fecha. Luego del desastre y de las normales
  reacciones de llanto, angustia y desesperación, llegó la calma y hubo que "arrollarse las mangas" y ponerse a trabajar.   Este
  aniversario fue la ocasión idónea para destacar el bagaje de valores que esos
  antepasados costarricenses pusieron en práctica para enfrentar tan dura
  prueba y para que nos propongamos rescatar hoy esta lección dorada, tenerla
  muy presente y utilizarla en favor del desarrollo material y moral de nuestra
  patria en estos albores del Siglo XXI.   Esta tragedia
  natural incidió de forma relevante en la fisonomía de la ciudad de Cartago y
  especialmente en el patrimonio arquitectónico de nuestro país, por lo tanto,
  en el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del
  Ministerio de Cultura y Juventud, no podíamos dejar que pasara desapercibido,
  y menos sin compartirlo con el público costarricense.   Es por ello,
  que con ocasión de la conmemoración del centenario del Terremoto de Santa
  Mónica, el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural
  quiso rendir homenaje tanto a quienes perdieron su vida bajo los escombros de
  la que otrora fuera una señorial ciudad, como a quienes, tras reponerse del
  dolor provocado por la tragedia, supieron actuar con valentía y sabiduría y
  levantaron de nuevo una ciudad, cuyo resultado constituye el patrimonio
  arquitectónico del Cartago actual.   Por ello, en
  mayo de 2010 nuestra institución se sumó al programa de actividades
  conmemorativas de este Centenario realizadas por varias entidades locales y
  nacionales, con la exhibición Fotográfica "EL TERREMOTO DE 1910 Y LA
  TRANSFORMACIÓN DE LA ARQUITECTURA DE LA CIUDAD DE CARTAGO". Con esta
  exhibición, fue nuestro interés mostrar "la otra cara" del terremoto, no la
  del dolor, el sufrimiento, la desolación y la destrucción, sino la del
  resurgimiento de una ciudad con una nueva fisonomía.   Además,
  aprovechamos para promover la reflexión de los cartagineses para detener la
  continuada destrucción de lo que las generaciones pasadas construyeron y nos
  heredaron a todos los costarricenses.   Por esta razón,
  y dado que dicha exhibición fue un evento transitorio, pero que fue muy bien
  acogido y valorado por quienes tuvieron la oportunidad de visitarla, la
  Dirección del Centro de Patrimonio consideró pertinente darle un carácter de
  mayor permanencia publicando un álbum con todas las fotografías recabadas
  para esa exhibición, complementado con información histórica.   A propósito,
  recordamos la motivación que hiciera el Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno a sus
  coterráneos cartagos, el día en que asumió la
  presidencia de la Republica apenas cuatro días después de este fatídico
  acontecimiento:   Hace sesenta y nueve años, nuestros abuelos fueron víctimas
  de un sacudimiento terrestre igual al de estos días.  Cayeron sus casas, no decayó su ánimo
  varonil. Rehicieron sus fortunas y nos legaron una República rica y contenta
  de su suerte. ¿Seremos tan menguados que lo que hicieron los abuelos no lo
  repitamos los nietos?...abracémonos fraternalmente, no para morir, sino para vivir;
  sobre todo para ayudar a vivir, para remover los escombros de infortunio que
  oprimen a tanto hermano infeliz. |